Escribo porque pienso. Nada más. Escribir es una forma de darle cuerpo a mis pensamientos con el fin de poderlos ver, tal vez escuchar. Escribir es dar percepciones a todo aquello que pasa por mi mente. Y al mismo tiempo, es una forma de leer, de ver imágenes más nítidas, más reales, estruendosas, sonidos más fieles, esquemas mentales más sofisticados, escribir es una forma de revivir lo que aún no se ha vivido y otros absurdos.
Escribir es la forma de leer en voz alta. Una de tantas formas de leer en voz alta. Escribo para entender lo que leo. Para dar a entender otros lo que aquello que leo ha hecho por mí. Escribir es una formad de ver la vida. En blanco y negro. Blanco sobre negro. En tipografías. Llena de color. Muy llena de color. Una vida colorida y clara. Transparente y sufrida. Infiernos y espesas pasiones, cielos y ángeles que se besan en el aire. La forma más pura de sexo, de expresión sanguínea, de hermandad y compromiso. Y hablo de esquemas, de sistemas, de mente y de ciencia. No de dioses o diablos. Hablo de locura de verdad, de manos que sudan y bocas que se secan. Hablo de pieles que gritan. De imposibles posibles. De fábulas, viajes y vino. De surrealismo y dada. De no tener límites.
Escribo para no tener límites.
Para poder leer en voz alta un solo verso de César Vallejo: “mi carne nada en ella, / como en un pantanoso corazón de mujer.”, y sentir que estoy vivo. Saber que estoy vivo. Escribo para dar continuidad a mi propia visión de una vida. A mi propia percepción de la literatura.
Escribo para entender el principio de todos los principios, la madre absoluta del universo: la letra.
Hola Pepeco, me gusta mucho como escribes, seguire tus publicaciones y las recomendare.
ARC. Tu amiga Laura G.