La civilización puede ser una musa. O una puta. ¡Qué más da! Puede ser la metamorfosis de un romance que se convierte en sexo sucio. Lo importante es que nos seduce, que nos va obligando a ser de ella, nos enamora y nos encadena.
Nos besa sutilmente, con una perfección erótica indescriptible. Me besa. Logra que mis labios sientan como si fueran todo mi cuerpo, que todo mi cuerpo sienta como si estuviera en sus labios. La precisión del ardor de su saliva. No necesito más que un roce y soy de ella.
De pronto me abandona. Intento olvidarla por completo yo. La encuentro pero no me besa, intento tocar sus hombros pero me ignora. Busco redención en los libros para evitar ese deseo de penetrarla de nuevo. Y justo cuando voy encontrando la paz, llega a ofrecerme vino y a regalarme su humedad. Con tal pasión, con tanta fuerza. Soy de ella en un segundo.
Y lo creemos y la tocamos. La besamos. Permitimos que nos bese. Creemos enamorarla y nos perdemos en su juego. Terminamos viendo guerras, crimen, contaminación e ignorancia.
La civilización terrorista me enamora esta mañana en forma de sol naciente de ciudad.
Amo lo que escribes!!!
Que Intenso !