Una imagen: lo que parece ser la noche de una gran ciudad. Un recuerdo: el atardecer de una sonrisa. Magia. Y luego el tiempo. Tal vez tu cuerpo no quería sentir al mío de esa forma. Tal vez sí. Eran sueños hechos risas: y tu magia. No sé si recuerdas lo mismo que yo, muchas veces las ópticas cambian realidades. Mi realidad lleva tu nombre y mis brazos tu cuerpo.
Luego, mucho después de la oscuridad, viene la gran ciudad que se confunde. Viene lo que no parece ser silencio: sueños y dibujos en la mente. Fuego y caricias. La continuación del arte, es decir, la materialización del arte. El secreto de la poesía. Las imágenes. Todo junto y todo escondido detrás de una sonrisa.
Tal vez en mis sueños vives una vida diferente, tal vez no. Es probable que aquella vez que finalmente cedimos al deseo y te besé con furia cuando no quedaba alternativa, también haya quedado tatuada en tu mente y en tu sangre. Es probable que todavía cierres los ojos y me alcances a sentir penetrándote, viendo fijamente a tus ojos mientras descubro la conciencia del delirio. Es probable que recuerdes ese orgasmo ardiente, escandaloso, que se construía a fuerza del otro. Es probable que cierres los ojos y me extrañes. Que tus manos sepan que me buscan.
Pero también es probable que no existas, que dibujes noche y día tus recuerdos sobre mí, que la noche sea sólo noche y la sonrisa parte de ti. Muchas veces es la realidad quien poco a poco encuentra espacio para burla. Yo vivo encerrado en un cristal. Justo antes de perder por completo la razón dije tu nombre. Es probable que haya sido el tuyo.