Atravesando cada capa de todo aquello que es secreto, llego a ti. Más allá del tiempo y del espacio, más allá de cualquier conciencia metafísica digna de atreverse a dibujar en mi mente un segundo de tu cuerpo: eternidad sin filtros. Tu saliva. Nuestras lenguas. Tu piel. Nuestro sudor. Eternidad sin filtros: mis manos enredadas en tu espalda, sin deducir qué pasará mañana, qué nunca. Mi cara acaricia a tu cara en medio de un abrazo suspendido en el abismo del deseo, nuestras bocas se buscan. Nuestros cuerpos no callan. Más allá de los secretos tu belleza, tu perfecta desnudez: mis ojos imprudentes en prosaico deseo. No te mueves un instante de mis sueños. Te comprendo a través de la poesía, te penetro en prosaico deseo.
Atravesando cada capa de aquello que es secreto, me pierdo en ti, para ti. Frenesí desesperado entre tus piernas: tu humedad más allá del onírico paisaje. Te conviertes en suspiros. En gemidos. Cada parte de mi ser se funde en ti. Entro en ti. Sin más preámbulos. No espero que lo entiendas.
Ilusión desesperada y somos ritmo. Movimientos precisos matando a cada rastro de pudor. Ilusión desesperada y soy de ti. Nuestro aliento. Somos ritmo. Tus gemidos en crescendo.
Más allá del tiempo y el espacio solo somos. Un orgasmo que no busca explicación, viaje a la armonía del destino. Al infinito de tus ojos que me abarca sin perdón. Atravesando todo aquello que es secreto conozco tu cuerpo. La imprudente perfección de tu belleza. Somos alma y desnudez.