GLADWELL, JOBS Y LOS GENIOS

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1. Humanizar a los genios: a un genio. A cualquier genio. ¡Por supuesto que son insoportables! ¡Son genios!

2. En la edición actual de The New Yorker, Malcolm Gladwell habla de Steve Jobs.

Personalmente, considero que Gladwell es un escritor brillante, dueño de un agudísimo tacto para narrar y llegar a conclusiones lógicas escondidas en mares y mares de investigación, tanto propia como prestada. Esto, al final, logra con espectacular maestría, textos útiles y muy entretenidos. La lógica Gladwell. La magia del común denominador y de las anécdotas que cambian al mundo. Maravilloso.

De vuelta a la humanización de los genios. No quiero generalizar ni hacer alegorías típicas, pero creo que en la gran mayoría de los casos, a los genios se les reconoce por su obra, no por la forma en la que llevan su vida (a menos que la magnífica forma de llevar su vida sea su misma obra, pero de esos casos no pienso escribir por ahora). A Da Vinci lo conocemos por sus grandes aportaciones a la ciencia y al arte, no por su forma de manejarse entre los reyes, los papas o sus amantes. Tampoco estamos tan enterados de su carismática, encantadora, pedante u obsesiva personalidad. Y si alguien se ha encargado de inmortalizar esta parte de la historia, no lo ha hecho tan bien como lo ha hecho la Mona Lisa en Louvre o el famosísimo Hombre de Vitruvio. Supongo que igual es el caso de Einstein, de Graham Bell, de Thomas Edison o de Steve Jobs. La diferencia es que a Steve Jobs lo tuvimos cerca.

Ahora, por supuesto que en cualquier biografía con cierto grado de veracidad debe incluir aspectos de la vida privada del personaje. Por supuesto que tiene que incluir los factores humanos. Para eso está hecha, para que uno, como ordinario mortal y creyente lector pueda imaginarse a sí mismo en los zapatos del modelo. Y, de esta forma, nos demos cuenta que tenemos mucho que aprender de la vida, mucho de lejano a los genios, pero también que ellos tenían muchas actividades similares a las nuestras, tales como discutir con las esposas o sentarse a hacer del baño. Ese era el trabajo de Isaacson en la biografía de Steve Jobs. Y, a pesar de no haberlo leído, estoy seguro que lo hizo bien. Pero…

Pero Malcolm Gladwell me quedó a deber mucho en su corto artículo de una de las mejores revistas literarias del mundo. Primero porque hace demasiada referencia al libro de Isaacson, y el artículo pretendía ser un análisis propio, no una reseña del libro. Segundo, porque lo que toma de la vida de Jobs en la mayoría del artículo es una aberrante muestra de una personalidad obsesiva que no termina de cuajar con el resto de la historia de cómo haciendo pequeños cambios y perfeccionando ideas de otras termina siendo un genio de nuestra época.

Gladwell abusa de la pedantería en este arrogante artículo que termina queriendo desmitificar a un personaje sin ton ni son, escondiéndose detrás de un título que nos haría creer conoceremos más de un genio. Nos aleja de su obra, nos aleja de la persona, nos acerca a un libro escrito por otro con citas fáciles. Es la segunda vez que Gladwell me decepciona con su arrogancia, ¿recuerdan aquél pretencioso artículo acerca de Twitter y las revoluciones?

Yo sigo disfrutando de la obra de mis genios favoritos. Sin duda seguirán siendo mis favoritos siempre y cuando sigan haciendo obras geniales. Así que, Malcolm, a pesar de tu pedantería seguiré leyendo tus artículos y libros, porque como dije arriba, con excepción de contadas ocasiones, me pareces brillante.