PROFESIONALES DE LA INFORMACIÓN

En su columna de hoy en El país, Elvira Lindo habla de la diferencia entre el periodismo y la comunicación. De la diferencia entre profesionales y diletantes. Habla también de lo que llaman el fin del periodismo.

Compara a los lectores de periódicos con lectores de Facebook y usuarios de Twitter. No habla de papel o formatos digitales, habla de periodismo y comunicación: de aquellos que aman leer los periódicos (tanto como para leer varios al día) contra aquellos que están conectados todo el tiempo y piensan, por eso que están a la vanguardia de la información. Y no (como lo dice ella).

Luego habla de la medicina tradicional y la medicina alternativa como analogía a la situación actual del periodismo. Dice que el periodismo “se acaba”. Yo creo que el periodismo reinicia.

He hablado hasta el cansancio en este blog y en otras publicaciones acerca de la mediocridad de la comunicación en la era digital, de la sobre oferta de información y la cantidad de mierda que abunda en el infinito universo de la red. He hablado mucho de la necesidad de los profesionales y he aconsejado no dejar a un lado a los medios tradicionales o clásicos.

Para mí lo más importante es la calidad, en el arte, en la comunicación, en el oficio. El periodismo se convierte en la historia, en la voz de nuestra era. El periodismo es quien dirá mañana quiénes éramos hoy. Y para eso se necesitan voces de verdad y no peleles. Por eso la vanguardia de la información la siguen llevando las grandes plumas, son y serán quienes hablen por nosotros.

Y para eso hay que hacer otra comparativa que falta en la columna: profesionales contra diletantes. Sí, pero no profesionales del impreso contra diletantes de la digital. Eso es una comparativa coja. Profesionales contra profesionales y diletantes contra diletantes. No podemos comparar lo peor de un mundo contra lo mejor de otro. Eso nos deja tuertos.

Seguramente Elvira Lindo no ha leído los periódicos en México para darse cuenta de lo que hacen los “profesionales” en el periodismo. Razón por la que muchos apreciamos las nuevas tendencias de la información. Aquellos lectores empecinados que damos oportunidad a nuevas plumas.

Los que no creemos que el periodismo esté llegando a su fin, sino que creemos que acaba de llegar a un nuevo comienzo. Un nuevo comienzo que también incluye a profesionales.

 

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¿QUIÉN PUTAS ES TAO LIN?

Acabo de toparme por alguna razón con Richard Yates la segunda novela de Tao Lin en algún e-mail. Decidí leerla.

Un par de veces me he dado la vuelta por el blog de este escritor taiwanés/neoyorquino, depende de mi estado de ánimo si me cae bien su precariedad o no. Sabía de sus novelas, sabía de su blog, en algún momento lo seguí en Twitter y no me fue fácil soportarlo. Sin embargo, lo entiendo como un a un jugador importante en la era digital, un escritor joven que se ha ido construyendo en la plataforma de nuestra era digital. No puedo descartarlo sin conocerlo. Voy a echarme un clavado en su libro y por aquí mismo les comento qué opino. De cualquier forma, vale la pena echarse un clavado en su blog heheheheheheheeheheheehehe.com o en su irritante cuenta de Twitter.

¿Alguien ha leído ya a Tao Lin?

Por otra parte, hoy es viernes y más tarde voy a publicar aquí mismo una Humedad. Así que quienes no han leído la de la semana pasada, háganlo de una vez porque en la tarde cambia.

ENTRE TÚ Y YO

Si llegaste hasta aquí es porque seguramente lees blogs. O porque te gusta el erotismo y alguien te dijo que aquí encontrarías algo de eso. Si llegaste hasta aquí tienes algún tipo de relación con la poesía, o con el mundo digital. O conmigo, tal vez nos conocemos hace mucho, o hace muy poco, da igual. Si llegaste hasta aquí, también pudo haber sido por Twitter, o Facebook.

Aquí estás. Leyendo unas palabras, regalándome un poco de tu tiempo para ver qué diré. Si escribo algo nuevo o algo cachondo. Si es que más adelante encontrarás algo de peso en este post, algo que puedas recomendar, o contar, o compartir. Tal vez algo que te haga mentarme la madre y decidir dejar de seguirme.

Pero aquí estamos, en este momento tú y yo, en medio de la democratización de las letras, gracias a la democratización de las letras. Buscando conocernos más íntimamente. Aquí estamos solo dos. Nadie lee más que tú. Y yo. Soy un lector más una vez que escribo, comparto todo. Contigo.

Lo único que sé de blogs lo aprendí leyendo blogs. Y escribiendo blogs, casi diario por años.

Lo único que sé de literatura lo sé porque he leído libros. Y porque tengo más de un millón de palabras escritas.

Lo único que sé de ti es que estás leyendo este blog.

 

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FICCIÓN EN TIEMPO REAL

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Tiempo real. Inmediatez en una historia. Ficción que deja de ejercer su papel casi instantáneamente para convertirse en verdad a medias. La maravilla y el delirio de la velocidad. De las letras que se transportan de la mente a miles de ojos en menos de un segundo. Otra época de la comunicación. Otra época de la literatura. Otra época para la crítica, para el arte, para la pornografía, para las relaciones, para las virtuales, para las reales, para las caseras, para las profesionales, para las producciones, para las contribuciones, para la música, para el diseño, para las noticas, para la ciencia, para la filosofía, para los descubrimientos, para los inventos, para los placeres, para las religiones, para las instituciones, para las asimilaciones, para las informaciones, para las desinformaciones, para la nostalgia para la ilusión. Para las matemáticas y su inteligencia en multiplicidad.

¿Qué pasó con Alejandra? La encontró la policía pensando que era Vanessa por los documentos falsos, de ahí fue en busca de Alejandra que era Vanessa y acababa de matar a Alfredo. Vanessa llegó a la jefatura y con sus huellas digitales notaron que no era Alejandra, pero fue encarcelada por homicidio. Y Alejandra, con una nueva identidad escapó del país para continuar siendo espía.

O algo así. O todo eso. No importa. Lo importante fueron los segundos en los que alguien leía. Cada uno de los tuits que contenían un pedazo de historia. Algo similar a las novelas por entregas en revistas o manuscritos, pero en exprés. Todo volando. Las partes volando. Solo son segundos lo que cabe en 140 caracteres. La gente tarda un segundo en leer. Y en un par de horas ya son decenas y decenas de entregas. Con capacidad de cambio, de improvisación. De insinuación. Y de comunicación entre lector y escritor.

Publiqué mi primera novela en 2001, en la era del e-mail. Mi carrera literaria ya incluye críticas directas y casi inmediatas. Pero hoy todo es distinto, hoy puedo ir conociendo en tiempo real la reacción de uno o varios lectores.

Por lo tanto, es momento de pasar a otro nivel en la narrativa. ¿A cuál? No tengo idea. Pero disfruto mucho haciendo experimentos. Porque amo a la prosa. Porque amo a la poesía y a la ficción. Porque amo la oportunidad de descubrir mundos nuevos. Gracias a todos quienes me acompañaron esta mañana. Y a los que no, también.

Por si no conoce usted mi cuenta de Twitter, la dejo aquí: @JCOHEN77

GLADWELL, JOBS Y LOS GENIOS

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1. Humanizar a los genios: a un genio. A cualquier genio. ¡Por supuesto que son insoportables! ¡Son genios!

2. En la edición actual de The New Yorker, Malcolm Gladwell habla de Steve Jobs.

Personalmente, considero que Gladwell es un escritor brillante, dueño de un agudísimo tacto para narrar y llegar a conclusiones lógicas escondidas en mares y mares de investigación, tanto propia como prestada. Esto, al final, logra con espectacular maestría, textos útiles y muy entretenidos. La lógica Gladwell. La magia del común denominador y de las anécdotas que cambian al mundo. Maravilloso.

De vuelta a la humanización de los genios. No quiero generalizar ni hacer alegorías típicas, pero creo que en la gran mayoría de los casos, a los genios se les reconoce por su obra, no por la forma en la que llevan su vida (a menos que la magnífica forma de llevar su vida sea su misma obra, pero de esos casos no pienso escribir por ahora). A Da Vinci lo conocemos por sus grandes aportaciones a la ciencia y al arte, no por su forma de manejarse entre los reyes, los papas o sus amantes. Tampoco estamos tan enterados de su carismática, encantadora, pedante u obsesiva personalidad. Y si alguien se ha encargado de inmortalizar esta parte de la historia, no lo ha hecho tan bien como lo ha hecho la Mona Lisa en Louvre o el famosísimo Hombre de Vitruvio. Supongo que igual es el caso de Einstein, de Graham Bell, de Thomas Edison o de Steve Jobs. La diferencia es que a Steve Jobs lo tuvimos cerca.

Ahora, por supuesto que en cualquier biografía con cierto grado de veracidad debe incluir aspectos de la vida privada del personaje. Por supuesto que tiene que incluir los factores humanos. Para eso está hecha, para que uno, como ordinario mortal y creyente lector pueda imaginarse a sí mismo en los zapatos del modelo. Y, de esta forma, nos demos cuenta que tenemos mucho que aprender de la vida, mucho de lejano a los genios, pero también que ellos tenían muchas actividades similares a las nuestras, tales como discutir con las esposas o sentarse a hacer del baño. Ese era el trabajo de Isaacson en la biografía de Steve Jobs. Y, a pesar de no haberlo leído, estoy seguro que lo hizo bien. Pero…

Pero Malcolm Gladwell me quedó a deber mucho en su corto artículo de una de las mejores revistas literarias del mundo. Primero porque hace demasiada referencia al libro de Isaacson, y el artículo pretendía ser un análisis propio, no una reseña del libro. Segundo, porque lo que toma de la vida de Jobs en la mayoría del artículo es una aberrante muestra de una personalidad obsesiva que no termina de cuajar con el resto de la historia de cómo haciendo pequeños cambios y perfeccionando ideas de otras termina siendo un genio de nuestra época.

Gladwell abusa de la pedantería en este arrogante artículo que termina queriendo desmitificar a un personaje sin ton ni son, escondiéndose detrás de un título que nos haría creer conoceremos más de un genio. Nos aleja de su obra, nos aleja de la persona, nos acerca a un libro escrito por otro con citas fáciles. Es la segunda vez que Gladwell me decepciona con su arrogancia, ¿recuerdan aquél pretencioso artículo acerca de Twitter y las revoluciones?

Yo sigo disfrutando de la obra de mis genios favoritos. Sin duda seguirán siendo mis favoritos siempre y cuando sigan haciendo obras geniales. Así que, Malcolm, a pesar de tu pedantería seguiré leyendo tus artículos y libros, porque como dije arriba, con excepción de contadas ocasiones, me pareces brillante.

HOMBRES Y LETRAS. DIOSES Y DIABLOS

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Según Octavio Paz, López Velarde es un “inesperado e indirecto descendiente de Baudelaire”. Ramón López Velarde escribe con rabia contagiosa: “para dirigir periódicos escritos en bárbaro no es necesario conocer gramática española”. Salvador Elizondo habla de Paz: “Toda su obra, en prosa o verso, nos revela la presencia del cuerpo, origen y término de su escritura”. Círculos. Poesía, diablos y pecados. Letras infalibles que permean por una mente receptiva, lo sepa o no. Baudelaire no cree, López Velarde hubiese querido no creer. Elizondo cree en la belleza de la prosa, Paz en el lenguaje. Todos nos llevan a todos los textos, a la pasión definitiva por transmitir.

Entonces despierta una furia desesperada que nos traslada de la belleza al odio, de la adoración a la perdición. De la vida a dar la vida. De la muerte a dar la vida. Prosa. Pensar en letras, con letras, por uno mismo, con el cerebro de otro, despertando nuestro cerebro. ¡Da igual! Prosa comprometida que a fin de cuentas nos guiará por caminos bíblicos, sicológicos, sociológicos, intelectuales, científicos, informativos, recreativos. Prosa en letras impresas o digitales, blogs o revistas, libros o manifiestos.

Ramón López Velarde, descendiente del poeta maldito, temeroso de su propio dios y de su propio infierno, con muerte prematura e intelectuales estudiándolo, utiliza, a principios del siglo XX, el medio periodístico “no para complacer a lectores superficiales, sino más bien para educar y sensibilizar a espíritus receptivos de algo más que la noticia intrascendente, la anécdota trivial y la inmediatez del chisme sin consecuencias”. Baudelaire reta a cada cosa que le rodea, maldice, sueña con un infierno como paraíso final. Despierta belleza a través del sufrimiento. En verso. En flores. En mal. Logrando aquello el poeta de su estirpe puede lograr tanto con el verso como con la prosa, aquello que Elizondo defiende con sangre como finalidad del lenguaje. Aquello a lo que Paz dedica una inmensa parte de su investigación literaria. Tres amplias y variadas generaciones de poesía. De Poema como lo define Octavio Paz. Tres amplísimas generaciones de letras en busca de su propia vida, en la búsqueda perpetua de un receptor sensible con la intención de aprender. De entender. De poner cielo e infierno en un solo orden de magnitud, de crear diablos para vencer a dioses y viceversa. Letras, círculos que sobreviven sin parar. Sin pedir permiso.

Me pregunto, ¿dónde están hoy los descendientes de Baudelaire? Tal vez haya uno que otro escondido en algún blog, tal vez sean geeks o desconocidos genios fuera del alcance de los intelectuales. Por ahí deben de estar, en algún lugar del siglo XXI. Lo que sí ha pululado en México es el periodismo escrito en bárbaro, revistas en decadencia y prosita infame. La generación digital, quizá, encontrará el cuerpo que hace pocos años dejó escondido Paz en prosa y verso. Posiblemente lo encontraremos en Twitter, o en el algún URL de la World Wide Web. Posiblemente no exista, como no existe un texto hasta que no alcanza un par de ojos. Me pregunto si la nueva generación de bytes nos permitirá encontrar la belleza perdida de la prosa, de los diablos y los dioses, de los cuerpos desnudos y la solución perfecta a un sistema económico. ¿Será el siglo veintiuno aquel que nos devolverá las letras perdidas de México en los estertores del siglo veinte?

Yo seguiré buscando.

EROTISMO SOCIODIGITAL

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La evolución del erotismo. La aceleración del morbo y de los paisajes escondidos de la sensualidad. La desinhibición del erotismo, del autoerotismo.

El desvelo de la desnudez.

Y después. El Twitter, el Facebook, el internet móvil, las cámaras en los celulares. Los días y las noches, las madrugadas, los secretos. La calentura y la distancia. Lo prohibido, lo riesgoso. Las pasiones.

La desvirtuada desnudez.

El discurso es el siguiente: pornografía y escena underground aparte, mantengamos este párrafo en mainstream: hace ochenta años, la desnudez era prohibida, escondida, estigmatizada y censurada. Es decir, deseada, erótica, excitante. Un simple asomo de piel femenina resultaba en un deseo arrebatado por parte de los caballeros, posiciones sugerentes, gestos atrevidos, cualquier demostración de sex appeal, resultaba insinuante. Pero años después, en los famosos sesenta, esto cambia, la desnudez se populariza, los trajes de baño se convierten en algo común, las películas muestran cuerpos, el mainstream recibe con asombrosa popularidad a la desnudez femenina en revistas y películas. Todavía con cierto estigma. Pero poco a poco, esta desnudez se cotiza menos, se vuelve más común, menos deseada, despierta menos morbo, la industria pornográfica crece, los cuerpos de portada y de pantalla se convierten en obras de arte de cirujanos plásticos. Se perfecciona una estética sintética de los cuerpos. Gimnasios, silicón, excesos. Voluptuosidad.

La desnudez deja de ser el objeto del deseo. Necesitamos encontrar el morbo de otras fuentes. Bienvenido el siglo XXI y la era del internet.

El siglo XXI avanza hasta llegar a las redes sociales.

Y con el sexo en las redes sociales nace una nueva era, el sexo virtual, desvirtuado, electrónico, el sexo digital. Seguro. Cómodo, capaz de acortar las distancias. Placentero, acumulable. Y lleno de morbo, del morbo de un nuevo tipo de sensualidad de la que nos habíamos olvidado por décadas: el erotismo, el morbo del cuerpo no perfecto, en la situación y posición no perfecto, el erotismo del cuerpo promedio, en una situación dada, pero natural, no inventada. Desconocidos con o sin cara gimiendo ante el video de un teléfono. Desconocidos o conocidos con una doble vida que tiene menos riesgos que los moteles, pero que muchas veces termina en ellos. El poder de la palabra y de la imagen, de la seducción de medio tiempo, el poder de inventarse a sí mismo y ser un personaje superior. Sin defectos. Sin vida propia.

Todo aparenta ser perfecto. Pero el cuerpo necesita cuerpo, la piel necesita piel. Seguimos buscando sudor, saliva, contacto, aliento, seguimos buscando con la lengua algún secreto de la humedad, pasa el tiempo y seguimos siendo humanos, lascivos, lúdicos, imperfectos. Listos para perderlo todo por culpa del fuego y la pasión. Por culpa de la carne.

¿Y dónde quedamos? ¿Cuáles son ahora las reglas del recato y la fidelidad? ¿Cuáles son las reglas del chantaje? ¿De qué depende la paz mental? ¿Dónde quedamos mientras agradecemos a los Steves Jobs de los cielos por sus cámaras portátiles y sus secretos para hacer travesuras? Surgen las preguntas, y el tentador encanto del internet se asoma por un monitor de alta definición. Hoy sí, es un hecho que la gente que compra Playboy lo hace por los artículos.

Para ver cuerpos desnudos mejor investigamos bien dónde encontrar las fotos de Scarlett Johansson, buscamos cachonderías en las redes sociales o simplemente abrimos la página gratis de pornografía de nuestra preferencia.

El morbo, la desnudez, el tacto y la locura del sexo cada vez van tomando un nuevo significado, tal vez como tener una cita de trabajo por Skype o tomar un café por FaceTime.

La era sociodigital está llena de secretos. Si esto es para bien o para mal depende absolutamente del enfoque.

¿Qué piensas? ¿Votarías a favor o en contra del sexo digital?

¿VAMPIRO FINANCIERO O GENIO MEDIÁTICO?

Como cada día, desperté con un café en vaso de vidrio. Como cada miércoles, desperté leyendo a Elvira Lindo en su columna de El país.

En esta ocasión llamó mi atención particularmente su título: El entrevistado. Lo primero que hice al terminar de leer dicho artículo fue buscar el video del que hablaba en Youtube. Como la primera vez perdí detalle, fui por unos audífonos para escuchar con más claridad. Sí, por supuesto me impactaron las declaraciones. Escuchar que los gobiernos no son los que regulan las cosas, sino Goldman Sachs, no puede ser sino impactante. Escuchar que los mercados se van a colapsar y que si alguien espera que las cosas mejoren lo único que va a descubrir es que eso no va a pasar una vez que es demasiado tarde es, como dice la entrevistadora de la BBC, para dejar a todos con la mandíbula caída. Sí.

Sin embargo, Elvira Lindo presenta un análisis distinto en su texto. Un análisis que me deja pensando en el nuevo periodismo viral. En la nueva forma de campaña, de mercadotecnia, de información. Las intenciones del “tiburón financiero” pueden ser infinitas, podemos adivinarlas, especular sobre ellas, pero nunca sabremos realmente lo que este tipo quería conseguir.

Lo que sabemos es que definitivamente tener cientos de miles de clics en Youtube consiguen algo, que no nos quepa duda.

¿Cómo se utiliza? ¿Para qué se utiliza? Lo vamos descubriendo día a día. La efectividad de los resultados, la vamos descubriendo a cada minutos. Lo que es claro es que poco a poco nos vamos convirtiendo en víctimas no solo de una nueva economía, sino de nuevos métodos de información que cambiarán nuestros hábitos por completo, nos guste o no. Nuestras mentes están siendo dirigidas por una novedosa forma de publicidad. Una frase, un tuit. Nos puede cambiar la forma de ver las cosas. Un video de Youtube puede hacer que alguien decida cambiar su voto en un minuto, o que vaya corriendo al banco a sacar su dinero.

Claro, esto ya sucedía con la televisión, con el radio, con los periódicos. Pero la inmediatez es la diferencia. La difusión masiva.

¿Cuánta gente lee un tuit? ¿Cuánta gente busca recomendaciones de noticias por perfectos desconocidos en Twitter?

Vivimos en un nuevo mundo. Cuantificable. Y estas nuevas mediciones nos llevarán a la nueva ola de la información.

Y como dice el tipo en el video. ¡Hay que estar preparados! Estas situaciones, financieras e informáticas surgirán. En qué posición nos tomen es nuestra propia responsabilidad.

SENSUALIDAD Y POESÍA. BLOGS Y PERIODISMO

Al inicio de su libro A cuerpo abierto, Manuel Rivas cita al poeta René Char.

 

Tienes prisa por escribir,

como si fueras con retraso respecto de la vida.

Si es así, acompaña a tus fuentes.

Apresúrate.

Apresúrate a transmitir

lo que te corresponde de maravilloso de rebeldía de

generosidad.

 

Esta frase nos describe. Me describe. Esta frase describe a toda una era que Manuel Rivas dibuja en A cuerpo abierto, un divertido e impresionante viaje por el periodismo indie.

Yo no sé si comprendo del periodismo indie, o del factor indie en el arte, o de la era de los blogs, universo otrora llamado blogósfera. Lo que sé es que comprendo el valor literario de algunos textos con los que me he topado con el tiempo en blogs o diferentes documentos digitales y comprendo no solo su valor literario, sino su importancia en la voz de la actualidad.

De vez en cuando, leyendo columnas en periódicos de papel siento ya la necesidad, de comentar, o de poner Like, o de compartir de inmediato el enlace con mi gente en Twitter.

Y encuentro qué escribir. De pronto una prisa insoportable me invade y me obliga a sentarme en mi computadora y escribir desesperadamente, comentar, gritar y despotricar de todo aquello que pienso. Y entiendo la visión del mundo que plantea Manuel Rivas hablando del periodismo indie y de su valor literario.

Entonces yo me topo con dos ítems previos en mi lista de prioridades literarias: dos factores previos a lo que se pueda llamar periodismo, digital o no, indie o no, sociodigital o no: 1) la poesía y 2) la sensualidad. Aquí entran mis relatos, mis ensayos, mis simples posts y el resto de mi prosa. Ahora sí, el valor periodístico o literario de cualquier texto entra al siguiente nivel.

¡Y me da igual cómo se llame!

 

Ahondo en la poesía. En mi visión de la poesía y en su presencia en mi prosa, empezando porque para mi no hay un cajón de la vida que se llama poesía, para mí la poesía es la vida. Punto. Mis poetas viven conmigo y mis textos viven de ellos. Cada tuit que escribo, cada punto de una carga de negocios. Cada cosa que alcancen a percibir mis sentidos tiene alguna relación con la poesía, ¿cómo no lo tendría entonces un blog? Por lo tanto, un blog, para mí es un espacio poético. Así como suena.

La sensualidad es el siguiente factor, un factor de seducción y fuerza bruta. De intimidad y conciencia. La sensualidad es la llave. El punto clave entre la imagen y el texto. La puerta de entrada a las sensaciones que terminarán a flor de piel. La sensualidad es la puerta de entrada a la poesía. Y si se puede alcanzar imágenes con dicha puerta de entrada, es una antesala a la furia de la voz.

Es así como de la poesía pasamos a la sensualidad y de ahí al valor literario del periodismo indie. En este caso, del valor literario de los blogs. Aquí está el movimiento, aquí está la poesía. Aquí está lo que promueve música, arte, fotografía, moda y periodismo. Aquí está el futuro de la comunicación y la información.

Tienes prisa por escribir.

¿Tienes prisa por escribir? ¡Apúrate! Y busca en la belleza de la prosa el valor de la seducción.

Tienes prisa por leer. ¡Lee! Corre. Hazlo ya.

Seduce, comenta. Se independiente.

Y déjate seducir. Porque no existe mayor seductor que las palabras. Y la reina de la seducción de las palabras se llama poesía.

Lo demás es logística.

MODA Y POESÍA URBANA

Dandis. Historias. Batallas perdidas. Calles con sentido. Sentidos despiertos en las calles. Moda. Hedonismo. Arte. Poética sentencia del azar. Ilusiones y paisajes, urbanas sensaciones. Vino y percepciones. Lo que somos cuando decidimos ser.

Es decir, cada mañana nos vestimos. Nos preparamos para la iluminación, natural y artificial. Para un día, para dar vida a un nosotros que camina entre la gente, o frente a un espejo, o frente a una cámara. O frente a todos en un solo día. Nuestra era sociodigital está abarrotada de fotografías, está abarrotada de moda. Y de seudomoda. Hoy, la gran mayoría de la población está expuesta a ser retratada por alguien. Sobre todo, estamos expuestos a ser retratados por el lente de algún teléfono celular. Por lo tanto, si existieran ojos realmente sensibles con la difusión correcta, veríamos entre Twitter, Facebook, Google+ o algún RSS, el último grito de la moda callejera, el sentido del estilo. El valor de vestir. El diseño urbano y la recolección de gusto o mal gusto de otros.

Sin embargo, la moda en las redes sociales no es el tema de este artículo, sino un documental que vi recientemente: Bill Cunningham New York. Un vistazo al mundo del hombre que ha retratado hace décadas la moda en las calles de Nueva York. El amante de su trabajo, del estilo, del verdadero significado de la moda. Referente de dandis sobrevivientes y de socialités. De quienes marcan la tendencia y de quienes la llevan puesta. Ser ignorada por Bill Cunningham es el terror de cualquier actor en el mundo de la moda neoyorquina.

La moda como elemento artístico es también parte del paisaje urbano de una ciudad, es decir, es parte de la propia poesía de la misma. Y Bill Cunningham ha retratado esta poesía por décadas con un oficio en la sangre y un ojo exquisito. Es uno de los hombres más queridos en la moda, con mayor influencia y menos ínfulas. La humildad de su sonrisa, de su forma de vivir. Este amor al arte que precisamente lo hace artista. Sin pretensiones. Por ejemplo, hablando de faldas, de estilo, de elegancia.

Vale la pena ver. Y vale la pena aprender de gente con oficio y talento. Para eso son las biografías y los documentales, para diferenciar la calidad de la mierda. La diferencia entre alguien informado y los charlatanes.

El peso de la disciplina en el arte.

Otra recomendación antes de terminar es The Sartorialist. Un blog estético de moda y de tomas callejeras. Una maravilla para el arte urbano, la fotografía y la moda.

Definitivamente, la moda es parte de la poesía urbana.