Qué maravilla sentir que llegas en una noche así, fresca. Fría. Una de las primeras noches frías del año. ¿Te das cuenta? Eres una chimenea. Y yo puedo hablar contigo, llegas a mí en forma de fuego. Y yo, un leño seco, frío, abandonado durante meses, no puedo sino agradecer tu presencia. Eres tan bella en forma de fuego, tan poética naciendo desde chispas. Veo tus ojos y su forma de mirarme, veo tu risa, tu boca.
Pero sobre todo, siento tu calor. La tierna caricia que poco a poco va quitándome el frío. Ya no soy un leño abandonado, te tengo. ¡Qué maravilla sentirte en una noche así! Dejo de sentirme solo, tu suave aroma, tus caricias.
Cada vez encuentro más pasión en ti, llegas más profundo. Ya somos uno mismo, nuestros gemidos hacen humo. Tú no eres humo: somos humo, somos esa nueva forma de calor. Nos penetramos, ocupamos el mismo espacio, descubrimos formas nuevas de caricias, de sexo y de emoción descubrimos formas nuevas de querernos.
Llegas más profundo. Cada vez más. Te siento. Fuerte, inmensa. Ocupándome por completo, totalmente. Devorándome. Devorándome. Devorándonos entre besos y caricias, en posiciones y lugares. Pasión. Pasión pura.
De pronto el ardor llega más profundo, duele. Yo ya no tengo espacio para amar, tú quieres llegar más lejos, has obtenido todo de mí. No tengo más qué darte. No tengo nada más. Pero intento. El resto de mi yo está carbonizado, sin futuro. Intentando darte de mi piel. Alimentarte con mi cuerpo, crear humo puro de nuevo. Crear pasión.
Sin embargo, me voy acabando. Me divido. Y tú cada vez juntas más fuerza. Llegas más dentro. Dueles más. Ardes más.
Hasta que termino siendo ceniza, en el fondo. Y tú tan sana en forma de fuego, tan grande, tan brillante. Dando la bienvenida a un leño seco, frío. Abandonado durante meses. Lleno de vida, de deseo. De futuro para ti.
Me gusta la palabra devorar. Siempre me ha gustado. Y me gusta combinada con fuego. Tu relato no deja de ser provocador, poeta, pero sobre todo, es triste.
Sigue escribiendo. Te leo.
¡Ovación de pie! Qué manera de entregarte a las letras, dando la vida entera; qué manera de entregarte hasta desaparecer. ¡Un beso!