Me gusta escuchar historias de disidentes y cosas así, de gente que se atreve. Algunas veces solo buscan llamar la atención, otras creen realmente en lo que hacen. Con fervor y hasta la muerte. Sin embargo, en cada uno de los casos, sea fachada o verdadera convicción, estas personas tienen una interesante causa que seguir.
Es aquí donde quedo anonadado. Aquí es donde veo a los anticastristas muriendo de hambre en su propia huelga, aquí es donde quedo asombrado por el alcance del blog de Yoani Sánchez y sus tuits que la convierten en víctima y a la vez Houdini de un sistema represor.
Algo tienen los rebeldes que me gusta de repente. Los disidentes y los inadaptados. Una categoría de personas que, en la historia ha incluido a grandes líderes y a inmensos charlatanes. ¿Cómo no iba a ser un tema apasionante, entonces, leer esta mañana de Ai Wei Wei, el gran creativo chino de 54 años que es acusado en China por no pagar, supuestamente, impuestos. El creador de una playa hecha de pepitas de porcelana en Londres, de una enorme esfera hecha de bicicletas, y de otros mágicos ingenios con alto valor estético, fue encarcelado por tres meses a mediados de este año. En teoría no se pudo probar nada para su detención y fue liberado. Sin embargo ahora lo acusan de deber 2.4 millones de dólares. Y en BBC dice que no sabe si va a pagar. El gobierno no le permite revisar los libros de la empresa.
No sé cuál sea el fondo de la historia, pero definitivamente me cae mejor un artista disidente que el opresor gobierno chino. Lo que me queda claro es que es una emocionante noticia de un personaje que inspira a millones de artistas y de disidentes. Una vez más es arte lo que disfraza la política. Me gusta.