AMÉLIE NOTHOMB – VIAJE DE INVIERNO

Hace algunos años, tal vez a principios del 2007, cayó en mis manos un libro llamado Metafísica de los tubos.  No pude levantarme del sillón en el que comencé a leerlo hasta que lo terminé. El sillón era particularmente incómodo. Pero mi estado casi meditativo me impidió moverme. Lo terminé sin pensarlo, como si lo hubiese bebido. Acto seguido, comencé a leerlo de nuevo.

Así fue como conocí a Amélie Nothomb y su mágica prosa.

Prosa cuidada. Bella. Sarcástica. Surrealista. Desesperada. Apasionada. Inteligente. Ingeniosa. Poética. Sublime.

Seguí la pista a la escritora belga nacida en Japón hasta llegar a su más reciente publicación en español: Viaje de Invierno (Anagrama, Marzo 2011). Un libro de prosa cuidad, bella, sarcástica, surrealista, desesperada, apasionada, inteligente, ingeniosa y poética.

Una corta novela emocionante, de un humor tan ácido y un lenguaje tan preciso. Un viaje. O muchos viajes, sin tomar en cuenta el de invierno. Un espectáculo de la prosa moderna y de la creatividad de las letras.

La menos amorosa de las historias de amor, la menos romántica de las novelas románticas. Una singular travesía por las mentes de sus personajes.

Una sincera recomendación.

 

Viaje de invierno – Amélie Nothomb

Anagrama 2011

LAS BANANAS DEL DESAYUNO

20110817-011437.jpg

Sí. Ahora entiendo todo. Hay días en los que las bananas del desayuno se ven más brillantes. En los que los sueños parecen continuar despiertos a pesar de nosotros mismos. A pesar de mí mismo. Las bananas del desayuno. Los magníficos colores pop. El lujo de haber existido después de Warhol, en una era inmediata de comunicación y creatividad sin límite. Warhol y Photoshop para iPhone. ¡Ja! Preciosa combinación anacrónica de tecnología que no puede respirar sin arte.
Imaginación filantrópica. Modestia fundamental y rebeldía. No he podido evitar los colores en mi propia cabecita recientemente. Algo pasa. Tal vez sea después de ver la maravillosa interpretación de Dalí pensando en rinocerontes llevada a cabo por Adrien Brody en Midnight in Paris, la nueva y majestuosa película de Woody Allen. La colorida transmisión de su Woodyallenés a Owen Wilson como genial herencia de su brillante carrera hipersensible a los sueños sin ser surrealista. Definitivamente una película maravillosa puede meter colores en la mente de un alguien como yo.
Me gusta Woody Allen.
Me gusta bloguear. Me gusta jugar con las imágenes y hacerme parte de ellas. Viajar en el navío de las bananas del desayuno mientras invento poesía erótica que formará parte de mi repertorio póstumo de cuadernos y archivos sin publicar.
Y no solo amo el color de las bananas. Amo ver amanecer. Y el aroma del café. Y el olor a bosque muy temprano en la mañana mientras voy a correr.
Pero la gran analogía hoy es la de los colores. Los que no se ven. Los que hacen poesía.
Los que despiertan sensaciones en la piel y hacen vibrar.
Por cierto, hoy también fui a correr. Más me vale dejar descansar mis pies unos días y ponerme a meditar.
Ya veré. Mientras leo.
¿Han leído a Amélie Nothomb? Pues tiene libro nuevo. Hoy lo termino y les cuento. Pero los comentarios serán favorables. Porque esta poniendo mucho color en mi cabecita.
Amo la luz, ¡carajo!

AYER
CARRERA: 46min
YOGA: No
NOVELA: No
POESÍA: Mucha

IMAGEN: Las bananas de mi desayuno en mi cocina.

CONSEJO: Colores. Buscar colores. Muchos colores.