FELIZ CUMPLEAÑOS, WOODY ALLEN

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Evaporando su sentido del análisis. Condensando la crítica tenaz. Aire de música, cine, libros, comedia. Caminando a paso lento, ritmo rápido, pensador y costumbristas. Claro acento. Franca noción de la verdad. Búsqueda que no cesa. Enamoramiento a los clásicos, con los clásicos, con los que no son clásicos, con la cultura, con la amargura, con la hipocondría, con el dilema, con el conflicto. Con su ciudad. Con la gente, con su gente.

Evaporando el sentido de la creatividad para convertirla en humo. Omnipresente en su narrativa. Poética presencia escondida. Libertad en un estilo. Años y sin fin de horas de sudor. Escándalos y risas. Lágrimas escondidas en tu cara, en lo que dice ser sonrisa.

Un artista de mi tiempo. De los tiempos. ¡Feliz cumpleaños 76, Woody Allen!

PD. Deberías de comer más seguido con tío Leonard.

¡MARAVILLOSO SIGLO DE LOCURAS!

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Surrealismo. Poesía. Letras y momentos. Dada, hiperrealismo y cultura pop. Espacios en silencio, gráficos y fotográficos. Virtuales, digitales, reales. Tinta, papel y un teclado. Todo lo que vamos descubriendo con el tiempo, aquello que vamos acumulando en la memoria, o en el disco duro de la humanidad. Experiencias propias o prestadas. Pero accesibles para poder utilizarlas a placer.

Teorías del arte y la vanguardia. Del diseño y el buen gusto. Moda y equilibrio, pasarelas en las calles de ciudad. Dandismo, impresionismo. Prostitutas atoradas en un siglo XIX que se niega a regresar. Dadaísmo y espejismos en un viaje a la locura.

Baltasar Gracián escribió en el siglo XVII el Manual de las buenas costumbres. Los axiomas para evitar la vulgaridad. Picasso, tres siglos después, habló de la importancia comercial de su firma en contraposición su obra. Mientras tanto, Christian Dior definía lo que sería la moda y Luis Buñuel hacía surrealismo en la nueva corriente artística llamada cinematografía. Poco después, Tom Wolfe definía un nuevo estilo de la vanidad. Leonard Cohen convivía con los jipis sin poder ser uno de ellos. El buen gusto se va a Vietnam con los jipis y alcanza nuevos horizontes. Yukio Mishima logra establecerlo en el amor a la prosa de sus libros. En su propia definición de la belleza. Japón revive, mata a los jipis y toma al toro de la moda por los cuernos. Llega Steve Jobs y une le tecnología y el diseño.

El arte, la publicidad. El surrealismo que no ha muerto. El Warhol de los sueños. El Woddy Allen psicológico. Las películas de Bergman.

Y de ahí la ola del mal gusto. Televisión, radio, baladas, artistas fabricados. Muerte a la libertad de expresión real, larga vida a la cursilería y los cuerpos de plástico. Todo junto. Todo mezclado. Lo bueno y lo malo. El arte en los medios, la mierda en los medios. La poesía en la política, la muerte de los poetas en la política. El chisme político. El internet. La pluralidad del mal gusto. La nueva difusión del arte, los maravillosos blogs, la accesibilidad de la estética. El bum de la narrativa y el diseño gráfico en la vida cotidiana.

Hemos pasado por tantas cosas, la moda y la estética nos han llevado por tantos caminos hasta dejarnos en el hoy que no para. Los dandis no han muerto, los surrealistas no han muerto. Y el Manual de las buenas costumbres con 400 años de antigüedad es cada vez más vigente.

Nada podrá sustituir al buen gusto. Ni a la magia de la poesía.

WOODY ALLEN NO ESTÁ MUERTO

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Anoche, terminando de cenar, alguien me preguntó la edad de Woody Allen. El mejor momento para el ya clásico chiste: Ahora le mando un mensaje para preguntar, decía yo mientras introducía un texto en Google desde mi iPhone.
El primer resultado que arrojó la búsqueda fue de Wikipedia, así que di clic.
Acto seguido, shock. Wikipedia decía que Woody Allen había muerto el 25 de septiembre de 2011.
Busqué fuentes formales. Indagué en Twitter, pregunté tanto como pude. Y en un momento, la teoría estaba desmentida: no, Woody Allen no había muerto. Punto.
Saber que Woody Allen seguía vivo era una gran noticia. Medianoche en París ha sido una de las mejores películas que he visto recientemente. La sociedad que Allen dibuja en Manhattan al lado de un maravilloso Gershwin y su Paam parapapapapa pa pa. Tarará tarará tarará, ha sido una de mis más grandes inspiraciones para escribe crónica y ficción en los últimos tiempos. Y todo lo que viene en el inter ha sido de una espectacular influencia para cada letra que escribo. La forma en la que Allen aborda, refleja y conecta al arte con la persona promedio me ha parecido brillante desde que conozco al escritor músico cineasta Woody Allen, a mi juicio uno de los más grandes creativos con vida. A pesar de lo que el vandalismo digital haya querido lograr anoche.
El problema se solucionó bastante rápido y reafirmó la gran discusión de la responsabilidad en el mundo sociodigital. ¿De quién es la culpa, de Wikipedia o de quien cree ciegamente en Wikipedia?

Anoche, después de la cena, todos los asistentes tenían una opinión acerca de Wikipedia, de por qué no era una fuente confiable, que por qué no le ponen más candados aunque cobren, que por qué sí y por qué no.
La opinión de los sabiondos, de aquellos que tienen la respuesta. Me dio sueño. Políticamente cambié de rumbo la conversación y a los pocos minutos me despedí. Era demasiado conocimiento de la difusión del arte, de las noticias, de la información y el internet en general para mí. Me fui.
Entonces pensé que las dos personas que tienen acaparada mi admiración y mi respeto últimamente lograron encontrar su posición como artistas e intelectuales gracias a medios de difusión no corrientes para sus respectivas disciplinas en aquella época. Leonard Cohen y Woody Allen encontraron su propio espacio, su propio camino, su propio escaparate sin corromper su obra o su punto de vista. Los admiro como dos de las persona vivas con mayor nivel de creatividad.
Me dio coraje que Wikipedia dijera que había muerto, me dio gusto que lo solucionaran pronto, y me llenó de esperanza saber que la era digital sigue siendo mi aliada a pesar de sus errores. Que si Leonard Cohen o Woody Allen no hubieran arriesgado a un escaparate diferente, tal vez no sabría yo de su existencia.

¡Me fascina la era que me tocó vivir!

UNA HISTORIA. MIL HISTORIAS

Una historia. Mil historias. La era digital desesperada. Una sonrisa. Las sonrisas. Una vida que decide muchas vida. Un impacto en la existencia y la pasión.

La razón, la poesía. La forma: digital. Resultado, la locura. La razón son las letras, la tinta, el alcance de un minuto.

Hoy recuerdo a Leonard Cohen. Inmerso en su vida paralela, al arte, a sí mismo, al mundo de la poesía. Leonard Cohen hizo con la poesía en los años sesenta lo que hoy hacen miles de blogueros en el mundo. Darle vida y difusión. Hacerla historias. Hoy es una historia. Este blog es una historia, las imágenes de diario son historias. Y la poesía nos persigue, nos demanda, nos aclama. La poesía nos consume en la era digital.

Humedad. Pasión y sueños. Una historia. Mil historias. Todo lo que la tinta puede hacer por la carne, por el deseo, por el placer.

Una sonrisa. Muchas sonrisas, la música y las imágenes. Lo que hubiese pensado Warhol, Cohen, Woody Allen y tal vez Dalí. Estamos llenos de locura, de imágenes sobreponiéndose a otras. De blogs maravillosos. De maravillosos encuentros que hacen historias.

Nuestra era digital se vive, sobre todo, en el ombligo. En el fuego de la piel.

¡A gritar!

 

¿Qué gritas tú en la era sociodigital?

LAS BANANAS DEL DESAYUNO

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Sí. Ahora entiendo todo. Hay días en los que las bananas del desayuno se ven más brillantes. En los que los sueños parecen continuar despiertos a pesar de nosotros mismos. A pesar de mí mismo. Las bananas del desayuno. Los magníficos colores pop. El lujo de haber existido después de Warhol, en una era inmediata de comunicación y creatividad sin límite. Warhol y Photoshop para iPhone. ¡Ja! Preciosa combinación anacrónica de tecnología que no puede respirar sin arte.
Imaginación filantrópica. Modestia fundamental y rebeldía. No he podido evitar los colores en mi propia cabecita recientemente. Algo pasa. Tal vez sea después de ver la maravillosa interpretación de Dalí pensando en rinocerontes llevada a cabo por Adrien Brody en Midnight in Paris, la nueva y majestuosa película de Woody Allen. La colorida transmisión de su Woodyallenés a Owen Wilson como genial herencia de su brillante carrera hipersensible a los sueños sin ser surrealista. Definitivamente una película maravillosa puede meter colores en la mente de un alguien como yo.
Me gusta Woody Allen.
Me gusta bloguear. Me gusta jugar con las imágenes y hacerme parte de ellas. Viajar en el navío de las bananas del desayuno mientras invento poesía erótica que formará parte de mi repertorio póstumo de cuadernos y archivos sin publicar.
Y no solo amo el color de las bananas. Amo ver amanecer. Y el aroma del café. Y el olor a bosque muy temprano en la mañana mientras voy a correr.
Pero la gran analogía hoy es la de los colores. Los que no se ven. Los que hacen poesía.
Los que despiertan sensaciones en la piel y hacen vibrar.
Por cierto, hoy también fui a correr. Más me vale dejar descansar mis pies unos días y ponerme a meditar.
Ya veré. Mientras leo.
¿Han leído a Amélie Nothomb? Pues tiene libro nuevo. Hoy lo termino y les cuento. Pero los comentarios serán favorables. Porque esta poniendo mucho color en mi cabecita.
Amo la luz, ¡carajo!

AYER
CARRERA: 46min
YOGA: No
NOVELA: No
POESÍA: Mucha

IMAGEN: Las bananas de mi desayuno en mi cocina.

CONSEJO: Colores. Buscar colores. Muchos colores.