En el transcurso de mi vida he viajado, he conocido lugares maravillosos, sitios en los que la naturaleza fabricó obras maestras, santuarios, museos, gente de todos colores. He escuchado millones de voces, de lenguas, de versiones para los sueños.
Sin embargo, recientemente emprendí un viaje que se aleja por completo de todos aquellos que hubiese hecho yo anteriormente. Conocí tu piel. La conocí con la mía, no sólo te abracé, sino que mientras mi pecho estaba en contacto con el tuyo, cada uno de nuestros poros se comunicaba, tenía su propia historia de romance y fue cediendo a nuestro calor hasta terminar haciendo (cada poro con uno tuyo) el amor. Y así fuimos caminando, haciendo de las gotas de sudor un río de belleza, la mezcla de nosotros se fundía, nos fundía, fundía nuestras pieles hasta el punto de no poderse separar, de no poder diferenciar de quién era cada gota, de quién era qué sudor. Eso sucedía mientras mi boca buscaba tus labios, sólo eso tus labios, un roce secreto y discreto por tus labios mientras en nuestros cuerpos, millones de células hacían el amor, mientras que mi cuerpo notaba ya tu humedad, mi boca sólo buscaba tus labios, los encontró.
Y apareció un ser nuevo llamado beso, consumió por completo a nuestras bocas, hizo que nuestras lenguas se llenaran de pasión, nuestras lenguas, como nuestros poros, comenzaron a enredarse, a penetrarse a adorarse con sus cuerpos, a cambiar de posiciones, a buscar su propia humedad, a sentirse, a gemir. Dentro de nuestra boca, el sexo se hacía evidente, nuestro cuerpo (Para ahora era uno solo) lo descubrió, y se unió más, sintió, como se siente de verdad.
Tu humedad despertó como un dragón omnipotente para arrebatar de mi miembro toda fuerza, para devorarlo, para hacerlo suyo. Para crecer mientras sentía el movimiento rítmico, para adorar, para dejarse explorar. Tu humedad me rogaba con su propio sentimiento que la explorara, que la viviera, que la respirara. El sudor, los poros, las lenguas, respondían a las órdenes de ese centro de atracción, de esa fuerza inevitable que marcaba el ritmo, que subía el ritmo, que aumentaba el calor en cada uno de los rincones. El aliento apareció. Tenía que hacer a un lado las lenguas para poder escapar. Se convirtió en gemidos, en gritos. Algo distinto pasaba mientras los besos se intercalaban con los gritos, mientras los poros eyaculaban sudor y el sudor despertaba a otros seres que también hacían el amor.
Finalmente te sentí, la fuerza cedió y tus manos cayeron como pesas sobre mi espalda empapada, el beso fue el último en desaparecer, siguió haciendo el amor lengua a lengua hasta caer rendidos. Nunca salí de ti, dormí y desperté en tu interior. Te soñé. Te viví.
Viaje por tu cuerpo conociendo, en tu ausencia, cada parte de tu cultura, del país de tu cuerpo. Del mundo entero que se esconde dentro de tu calor.
Nunca había conocido universo igual.
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TUS LABIOS
CIEN PALABRAS
Besos. Labios. Fuego. Locura. Consciencia. Egoísmo. Paciencia. Pasiones. Intenciones. Descripciones. Piel. Hipnotismo. Presencia. Enunciado. Cruzado. Holograma. Distinto. Pasión. Paraíso. Dolor. Inconsciencia. Colores. Idiomas. Saliva. Tus labios. Tus besos. Mis besos. De ti. Carne. Sudor. Idealismo. Mañana. Amanecer. Y tus piernas. Pacientes. Presentes. Conscientes. Recurrentes. Recuerdos. Instantes. Pasado. Presente. De ti. Somos. Pasado. Presente. Egoísmo. Paciencia y ausencia. Palabras. Colores. Sabores. Estúpido camino directo hacia ti. Magnífico destino de saberte. Cerca. Ilusiones. Nuestros cuerpos. Tu sonrisa. La palabra. Dimensión. Somos. Somos uno. Llegaremos a ser cien. Somos besos. Somos hoy. Ilusiones. Laberintos. Crucigramas. No te fuiste. Llegas. Eres. Belleza. Fuego. Pasión.
SEIS MINUTOS
Minuto uno. Me despido de ti, no de tu sonrisa. Entro en ese estado meditativo al que solo me llevan tus ojos.
Minuto dos. Ya sin ti despierto a mi realidad empapada de tu cuerpo. Regreso en la profundidad de mis sentidos hasta tu tu voz disfrazada se tinta.
Minuto tres. Te busco. Creo que te encuentro. Te grito. Te invento. Sé que ahí estás. Justo ahí.
Minuto cuatro. Te abrazo y te huelo. Te invento de nuevo. Te invito. Te siento. Te beso. Tu lengua me responde. Tu sudor se apodera poco a poco de mí.
Minuto cinco. Soy tuyo. De tu imagen. De tu cuerpo. De tus labios pegados a los míos. Soy tuyo por completo y tú lo sabes. Y me besas ya sin ropa.
Minuto seis. Descubriendo tu humedad es que me pierdo. Treinta. Tu sonrisa. Tu piel. Pero no estás. Pregunto tu nombre.
Y te veo sonreír una vez más.