Me gusta madrugar porque entiendo de silencio. Porque ese momento que precede al día me hace sentir paz. Antes del ruido de la ciudad, la ciudad me pertenece: vulnerable discreta. El amanecer es como la primera noche de una cortesana. Tímida, inquieta, sutil y sensual.
El amanecer es mi refugio y la casa de mis letras. Sueño, pero ya despierto. Vibro, pero ya con alas. Siento, pero dando vida a la poesía.
Me gusta madrugar porque todo lo decimos en baja, nos hablamos en voz baja, pensamos en voz baja. Me gusta leer muy temprano para aprovechar esa voz callada y dejar entrar a la voz de los libros.
Y también me gusta que sea la hora de irme a correr.
¿Tú madrugas?
Tu lo sabes…si.
Cómplice del amanecer en otra aldea para vivir la paz del silencio, y la humedad que brinda tu poesía.
Gracias mucho.
Me pasa algo muy parecido pero con la noche. Me gusta caminar de noche, leer de noche, comer, escuchar, cocinar… todo. ¡Hay tanta paz cuando todos duermen!
Da verdad… tanta paz cuando todos duermen.