TODO MENOS EL VACÍO

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Todo menos el vacío. Letras. Colores. Sonidos. Imágenes y música y palabras. Todo brilla rodeado de la suficiente oscuridad. Pero la luz no es provocada por las tinieblas. Todo menos el vacío. Creo. Disfruto de creer, mato por crear. Frecuencias y espacios. Tiempo. Tiempos. La realidad más allá de la realidad. Todo menos el vacío. Es arte. Somos aquello que creemos. Somos todo aquello que creamos. El arte grita. El resto es silencio que nos permite escuchar. Todo menos el vacío.

OTRO ESPACIO. NOSOTROS

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Sabía lo que callaba cuando descubrí a escondidas tu silueta. Sabía lo que ocultabas y yo también callaba. Lloraba y te sentía de frente a la madrugada. Volaba sin secretos a tu espacio. Callaba. Viajé de noche y dormí de día. Regulaba la temperatura de tu cuerpo con caricias. Sabía lo que aquel silencio me decía. Sin dejar de pensarte de pronto amanecí. Siendo tuyo, sin alternativa. Sabía lo que callaba cuando te besé. De vuelta a la ignorancia del pasado nos escondimos de todo ruido. Callamos. Únicamente para convertirnos en dos lenguas enredadas. Después nos desvanecimos en la noche.

NUESTRA OSCURIDAD

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En medio de la oscuridad fuimos promesa. Pasión y vino. Arrebato de egoísmo. En medio de la oscuridad fuimos deseo. Silencio. Conciencia. Fuimos sonrisa creciendo, placer a escondidas. Fuimos de fuego. En medio de la oscuridad somos de luz, y no callamos. Gritamos envueltos en pasado. Ilusiones envueltas de futuro. En medio de la oscuridad somos estatuas: esculturas misteriosas que sorprenden al deseo. En medio de la oscuridad somos abrazo, un casi beso y mil palabras escondidas.

LO QUE NO SE VE

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Inspiración. Un día cualquiera que termina siendo un día no común. Todos los días extraordinarios comienzan exactamente igual que los días ordinarios. La diferencia la hace el tiempo.

No pasó mucho tiempo antes de comenzar a soñar, antes de evitar caer entre las nubes y un horizonte saturado de alucinaciones. No pasó mucho tiempo antes de que llegara la noche. Y tú con ella. O alguien disfrazada de ti. En la noche llena de tinta.

Seducción. Todos los días son el mismo en esencia, todos los días tienen noche y brillan a su manera. Todas las alucinaciones tienen un piso y un fin, todas las realidades tienen su fantasía. Tu cuerpo no fue la diferencia entre mis manos. Tu sudor fue alucinógeno al mezclarse con el mío. Tu saliva sicotrópica. De pronto descubrí que no sabía donde estaba. Enredado entre tus sábanas. En tu cama, cubierto con tu cuerpo. Con tus labios y mi lengua viajando entre sonrisas y gemidos. ¿Dónde estoy? El tiempo hace la diferencia en un día cualquiera. Ahora ya existimos.

Te busqué después de las nubes y después de la noche. Sólo te encontré en la más profunda tinta. Entre mis brazos no llorabas. Al penetrarte descubrí que eras de fuego. Y de nuevo tu sonrisa.

Inspiración. Otro día. El mismo. El de siempre. Espectacular presencia en mi memoria, en mis dientes atrapados en tu ombligo, en tus hombros, en los cuentos, en los libros. El papel de piel, nuestras manos de poesía. Nos perdemos, nos buscamos. Otro día. Ya existimos.

Neblina. La diferencia de cualquier día de verano. La imposibilidad de predecir el futuro, el espacio. Ese mismo que se acorta si te tengo. Con las manos finalmente te veo. En mi cama, una vez más. La misma. Todas. Tus gemidos en mi almohada prisioneros, desvelados entre aroma y melodía. Los sentidos. Cada uno abre una puerta para ti. Y al final somos poesía.

Todavía nos soñamos por la noche. Porque somos tiempo, aunque escondido. Porque un día cualquiera termina siendo uno. Y uno es el significado de todo.

Otra vez desapareces cuando llega por fin un nuevo amanecer. Fuego y sal en la memoria. Tal vez somos sólo sombras. El instinto de buscar la realidad.

LA INOCENCIA

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La inocencia y sus mil máscaras. Mil pecados enmascarados de inocencia. Un recuerdo y cien sonidos. Al final todo es silencio. Trascendencia casi obscura y frustración de mil colores. Alma dicen alma. Gritos paradójicamente cautelosos. Encerrados en un somos sin orgasmo. Sueños sin cautela. Organismos misteriosamente espirituales disfrazados de placer y lluvia nueva. La inocencia de un destino que nos llama y en el fuego nos esconde la verdad

PALADAR Y MAGIA

chocolate1Paradójicamente, la libertad absoluta es un concepto relativo; sin embargo, nuestra vida no es sino un enorme conjunto de momentos, mismos que representan aquello que nos hará sentir o no libres, ya sea absoluta o relativamente. Aquí empieza mi historia, mi historia se llama Ella, y más adelante explicaré su relación con mi libertad y el absurdo concepto de cualquier absolutismo.

Primera parte: chocolate. Sus manos hacían magia, conocía la proporción perfecta entre ingredientes, la relación exacta y las combinaciones precisas. Todos aquellos sabores que no pueden siquiera pensarse juntos, ella los exploraba, los transformaba, los hechizaba y terminaba con un bocado de chocolate y su toque especial: casi místico. La sensación duraba segundos, pero eran segundos que vivían en la sangre, segundos en los que todo el cuerpo perdía el control y las emociones se convertían en sensaciones filtradas por la lengua.

Segunda parte: mi lengua tocó su cuerpo. Sus manos hacían magia,  y la primera ocasión en la que pudimos estar a solas lo demostró, el chocolate manipulado por ella era hipnotismo. Su cuerpo desnudo era solo una visión, un destello de fantasía envolviendo por completo mi esencia humana, con todas las partes que esto puede representar. Un toque casi amargo llevó a mi lengua en línea recta hasta su ombligo. Ahí el sabor fue tan dulce que empalagaba. No me permitió seguir, me obligo a dejar mi pecho presionando entre sus piernas, como si yo no fuera más que un instrumento para su primera etapa de placer, gemía mientras detenía con suavidad mis hombros. Luego tomó mi cabeza y con un dedo puso en la punta de mi lengua un sabor a chocolate único, distinto a todo, a sabores, a olores, a textura: distinto, sin más. Segundos después, mientras reconocía lentamente dicho sabor, sentí cómo mi boca se anestesiaba con una relación placentera, mis manos, mi cuerpo. Algo pasaba en mí. De pronto sentí como sus manos guiaban a mi cabeza. Luego, ya entre sus piernas, sentí la furia de su humedad en mis labios, en mi lengua, en cada parte de mi mente. Sus gemidos me penetraban por cada poro, cada vez con más intensidad mi boca la exploraba, cada vez su humedad gritaba con más fuerza. Justo en el instante en el que un orgasmo comenzó a surgir de ella, me obligó a penetrarla. A besar su boca mientras lo hacía. Yo había perdido el conocimiento mucho tiempo antes, o no lo había perdido, no sabía absolutamente nada. Hasta que, fuera de mí, logré observarme encima de ella, dentro de ella, gritando con toda mi fuerza mientras nuestras bocas intentaban callar nuestros alaridos sin lograrlo. Su orgasmo fue mío, el mío de ella. Su olor fue más maravilloso todavía que cada sabor que me había llevado a conocer.

Tercera parte: me di cuenta que ya le pertenecía. Iniciamos algo. Al menos eso pensé. Sin duda lograríamos algo, el tiempo nos llevaría de la mano a una vida en común. O algo. Yo le pertenecía.

Cuarta parte: la libertad absoluta es un concepto relativo. No la volví a ver. Como si nunca hubiera existido. Su teléfono pertenecía a alguien más, en su dirección nadie parecía haber escuchado nunca de ella. Por primera vez había sentido libertad, comprensión, plenitud, por primera vez había conocido a alguien que me escuchara a pesar de no tener voz, por primera vez logré gritar en vez de callar. Y terminé perdiéndome en ese silencio.

Hasta que la encontré, saliendo de mi trabajo, en el espectacular de la avenida principal. Era ella, la modelo del anuncio. Yo: un idiota. El mismo de siempre.