C DIGITAL (MAYO)

Finalmente llegó. Luego de mucho trabajo y mucho tropiezo. Lo que empezó siendo un experimento, cada vez va volviéndose más realidad. El nuevo número de C digital se publicó. Tras numerosas anécdotas, infinitos malos ratos. Muchas madrugadas completas y demasiada paciencia, salió. La primera revista exclusiva para tablet de México. Sin duda es un proyecto ambicioso, pero vale la pena ser parte de este comienzo. Son todavía pocas las revistas que adoptan por completo este formato, pocos los lectores familiarizados con él. Sin embargo, es un medio de comunicación que abarca todo, y que dentro de poco será, probablemente, el más importante. Nuestro proyecto no es solo una revista, sino un empuje a la difusión del arte y la tecnología en un mismo espacio. Una constancia del momento tan importante que está viviendo el arte en este momento. Ayúdanos a difundir este proyecto. En España, Venezuela, Argentina, Colombia, por supuesto en México y en USA. ¡Ayúdanos a hacer de este proyecto una realidad! Descarga la revista. Es gratis y lo seguirá siendo. Haz que alguien la baje. Por el momento es solo para iPad, pero puedes compartir por correo casi todo el contenido, para leerlo en PDF donde quieras. ¡Baja la revista! Recomiéndala. Y si quieres colaborar, escríbenos por favor. Siempre estaremos abiertos.

Y siempre habrá algo nuevo.

Baja aquí C digital de mayo

PAPEL VS. LECTURA ELECTRÓNICA

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Puedo decir que estoy lleno de manías, sobre todo cuando respecta a la lectura. Tengo rituales. Muchos. Por ejemplo, antes de comenzar un nuevo libro, hojeo muchos: me gusta tener muchas opciones, me gusta pelearme con uno, luego con otro, enamorarme aquí y allá y de pronto ¡pum!, quedarme atorado en uno de ellos. Y leerlo.
Me gusta tener junto a mí por las noches los llamados libros de cabecera. Me gusta leer muchos libros a la vez. Y me gusta comenzar uno nuevo al instante en que terminé el anterior. Es mi premio. Poder llegar al nuevo que seguramente llevaba semanas queriendo leer. Me considero también un obsesivo del diccionario, me gusta saber el significado de las nuevas palabras con las que me topo. Y, debo aceptar que, aunque las novelas larguísimas no son mis lecturas favoritas, muchas veces me topo con ellas y las termino disfrutando un montón.
No me gusta esperar sin tener un libro a la mano. Y generalmente me gusta traer conmigo un libro. Soy comprador compulsivo, tengo mis críticos y recomendadores clave, y en el momento en el que surge la recomendación, me gusta tener el libro en la mano. Siento como si en cualquier momento fuera a extinguirse o agotarse o desvanecerse del planeta si no lo tengo en mi mano.
En fin, mi amor por la literatura va más allá de un blog. Me encanta leer, no tengo problema con esperar horas y horas, siempre y cuando tenga un buen libro cerca y no se termine, pero si se termina… ¡gran problema! Así que generalmente llevo uno o dos libros de repuesto. Vivo de y para las letras. Disfruto tanto de leer, tanto. No me importa si sólo es una línea o dos, si es toda la noche o un rato mientras espero, si es con café o con una botella de agua. Soy un gran consumidor de experiencias, pero no las necesito para sentarme a leer, es decir, puedo leer sin taza de café y sin lentes de Woody Allen.

Por otra parte, casi cada vez que me sobra un poco de tiempo en la colonia Roma o en el centro de la ciudad, voy de paseo a librerías del viejo. Y salgo con bolsas o cajas, tanto de ediciones que no conocía de un mismo libro como con ediciones iguales pero más viejas a la mía como con muchos títulos nuevos. Adoro el aroma, la nostalgia, adoro la visión, la textura, el polvo, y las gafas del señor que me atiende. Adoro observar a los intelectualocultoides que pasean al mismo tiempo que yo en la librería (aunque ellos no lleven corbata), y pensar en mi propia biblioteca.
Como lo había dicho antes, soy un compulsivo consumidor de experiencias, así que la misma experiencia del café, en el centro, con los lentes de pasta, sabe mejor con un buen volumen viejo de Los hermanos Karamazov en la mano, o con Los detectives salvajes de Bolaño sentado en aquel café del centro de cuyo nombre no quiero acordarme. Adoro la experiencia del papel, el olor a tinta, adoro pasar por las imprentas o ir a las oficinas de algún periódico cuando debo pasar a recoger un cheque. Olor a rotativa. Me gusta. Sí, me apasiona la historia de las letras, su melancolía. Todos los secretos que guarda cada año de los textos.
La magia del separador, la pretensión de que todo mundo vea que estoy leyendo un inmenso ejemplar de La montaña mágica, la magia de que todos sepan que leo a Thomas Mann o a Joyce, o (en tiempos actuales, pretensión de la que me hago a un lado) al Murakami que leen hoy los que dicen que leen. Es hermoso. Lo vivo y soy parte de. No niego disfrutar de cada uno de los puntos relacionados con el papel.

Ahora a lo que voy: tengo dos placeres y pasiones frente a mí: uno es la lectura, punto. Y el otro es la experiencia de la lectura en papel. ¿Cuál me gusta más?
La lectura, sin duda. Sí, la lectura. ¿Dije la lectura? Pues sí, eso, la lectura.
Es decir. Cambio cada uno de los puntos de olor, imagen y nostalgia por una buena lectura. Punto. Prefiero leer, comprar libros pronto, leer lo más nuevo y lo viejo, tener un diccionario a la mano, llevar libros de repuesto, viajar bien preparado sin pagar exceso de equipaje a sentir el aroma del papel. Claro, si pudiera comprar la experiencia completa, me iría a leer a Neruda en papel a un lugar del centro de cuyo nombre no quisiera acordarme, tomando un mal café presumiblemente bueno. Compraría una casa más grande para tener una biblioteca más grande. Viviría (como vivo, tal vez) rodeado de papel y tinta.
Sin embargo, la tecnología me ha hecho un favor. Puedo llevar conmigo en menos de 250 gramos 100 libros para elegir. Nuevos o viejos, puedo comprar al instante la última recomendación de James Wood (ni modo, sin que nadie se entere de lo que leo). En un aparato más pequeño que una libreta Moleskine. Mi amor por las letras (no por el papel), no podría encontrar mejor amigo. ¡Ah! Y por si fuera poco, puedo tener al mismo tiempo toda mi biblioteca con todo y separador en mi celular, computadora o tablet. Para que, sin importar la mágica experiencia que tenga o no, pueda leer: en la fila del banco, mientras espero en una cita, en cualquier ocasión en la que no pensé que necesitaría un libro. ¿Mejor amigo para el arte? ¿Para la literatura? No lo creo.
No importa si es Kindle, Nook o algún otro, no importa si lo lees en tu iPad o en tu PlayBook. El chiste es que nunca falta qué leer.
Mi punto de vista es, papel o no papel, el significado del arte, de la literatura, filosofía y conocimiento está en las letras, no en dónde están impresas.
¿No es así?