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UN PAR DE ZAPATOS ABANDONADOS
Meditando, en medio de una criminal encrucijada, me encuentro con un par de zapatos viejos. Amigos inseparables del pasado. Conciliadores brutales de logros y fracasos. Meditando, en medio de una amenazante encrucijada, me topo con la línea del olvido y sigo su trazo, movido por una curiosidad de esas que asfixian. Persigo punto a punto y paso a paso su largo camino que lleva a ninguna parte. Pero no me canso. No me he cansado nunca. Sigo, en medio del fuego, de la oscuridad, de la paciencia que se rompe. Sigo, entre cuerpos desnudos y nuevas tecnologías. Sigo. Avanzo, con el exhausto entusiasmo que viven los exploradores que saben que no han de encontrar más.
Meditando, en medio de tinieblas, veo tus ojos y tus manos. Tu cuerpo y tu memoria. Mi espejo. Pero no logro olvidar. Entonces hablo con el par de zapatos viejos. Ellos me acompañaban en la búsqueda infinita del camino indescifrable. Me dicen que camine como lo hacen ellos. Pero ustedes ya no caminan. Pero tú sí y no te cansas. Entonces camino, y no me canso. Me da miedo. Me doy miedo. Me busco y solo encuentro zapatos al verme en el espejo. Una voz de fuego me dice que he llegado al olvido. Yo le digo que es mentira: ¿cómo voy a haber llegado al olvido si solo veo zapatos?
Meditando, al llegar a una criminal encrucijada, me doy cuenta del olvido y su relación con mi paciencia. Descubro que no he partido. Me pongo los viejos zapatos y camino.
Al fin y al cabo para eso medito, ¿no es así?
SOMOS IDEAS
Esperar. Desesperar. Insinuar. Creer. Despertar. Leer. Formar cada mañana una nueva versión de nuestro propio criterio. Defender. Soñar. Defender lo que soñamos. Revisar los lineamientos de nuestro idealismo basados en la nueva información que nos regala la prensa diaria. Café y un criterio de desayuno, por favor. Devolver la pasión a nuestro día. Intentar comenzar un día. Correr, tal vez, para retomar un poco de placer y disciplina. Para huir o para nacer. Comenzar. Deliberadamente arrancar con valentía (o algo similar) nuestro día.
Formar un criterio. Defender aquello en lo que creemos. Creer en algo. Justo ahí nos volvemos vulnerables: al defender a personas y no a ideas. En el momento en el que formamos nuestro propio criterio apoyado en quién nos dice qué y no en simplemente qué se nos dice. La información es la pauta.
Entiendo que sea demasiada la gente que no tiene un criterio propio. ¡Está bien! Lo que me cuesta trabajo es entender a cierta gente que dice tenerlo, y al final del camino vive copiando en carbón opiniones de otros. Yo creo con toda mi fuerza que debemos defender a ideas, no a personas. Cuando eso suceda tendremos mejores políticos, mejores periodistas, más intelectuales y menos seudo de todo. Menos todólogos opinadores y más conceptos de los que colgarnos. Entiendo que haya tantos sin criterio. No se puede exigir más de las masas. Pero sí se puede exigir más de la gente pensante. Generemos más ideas, menos chismes. Hablemos más de conceptos. No de personas.
El café de cada mañana tendrá otro sabor. Los colores del amanecer descubrirán nuevas texturas. Si empujamos a nuestras opiniones más allá de nuestras telenovelas, el intelecto trabajará de otra forma.
Sin escapar. Durmiendo. Pensando. Escapando. Sin dormir. Soñando. Inventando. Leyendo. Descubriendo. Mundos. Universos y pasiones. Mucho más allá de nuestros ojos. Somos ideas. Es hora de perseguirlas.
LA FRAGILIDAD DE LA SEDUCCIÓN
La fragilidad de la seducción. Del egoísmo e intimidad de las palabras. La fragilidad de cada letra cuando acaricia, cuando intenta revivir al sentimiento, cuando lo revive, cuando lo aviva. La fragilidad de aquel fuego a la intemperie, intentando permanecer. La fragilidad de la seducción nos acosa disfrazada de romance. Y seguimos cayendo en el silencio y las pasiones entorpecidas. A veces somos cuerpos, a veces sudor. A veces mucho más. De pronto decidimos encontrarnos al amanecer, entre besos y orgasmos. Entre insinuaciones y delirio. Entre lo que somos y lo que pretendemos.
Estoy hecho de prosa, de letras. De sensaciones hechas tinta. Perdidas entre las multitudes del olvido. De pronto sueño con locura, de pronto sueño con imágenes y con besos. Pero entiendo que la seducción y sus logros son tan vulnerables como el ser.
Luego me doy cuenta que no existo, que me desvivo en un paraíso escondido llamado libertad. Y escribo para gritar, para respirar, para destilar locura. Creo en la seducción solo por una razón: ¡porque sé que es vulnerable!
En tiempos de decisiones es importante comprender que todo, absolutamente todo aquello en lo que creemos es relativo, tan relativo como frágil es la seducción.
¿QUÉ SUEÑAS CUANDO SUEÑAS?
Y cuando me sueñas, ¿qué sueñas? Por alguna razón, todo se desata siempre de una pregunta. La complicidad se define como un beso en la comisura de los labios. Pero nosotros seguimos buscando coincidir. Una tarde cualquiera, despejada o nublada, en una madrugada oscura o en medio de un temblor. Buscamos coincidir.
Hay algunos besos que no encontramos en los libros, y algunos sueños que se salen de las letras, que se escapan de las páginas para contarnos secretos en la piel. Algunos sueños son justo aquello que nos despierta, que nos impide seguir dormidos y nos obliga a levantarnos a correr, o a vivir.
Y vivir tampoco viene en los libros. Entonces volvemos a buscar coincidir, en un sueño, tal vez en esa ocasión desnudos, con los labios entrelazados, tal vez solo con una caricia en la cara, tal vez gritando de placer en medio de un delirio de sudor. Buscamos coincidir recordando aquel roce, cara a cara, nuestros labios apenas encontrándose, mis dedos sin dejar ir por completo a tu cintura. Recuerdo tu nombre, tu aroma, el pasado. Nuestro pasado. Me remontas a quien fui.
Eso tampoco aparece en los libros, pero quizá justo para eso son los libros, para no dejar morir a las historias que viven siempre, que nunca, por ningún motivo dejarán de habitar en nuestra piel.
Así se construye nuestra vida, intentando coincidir, buscando revivir momentos del pasado, mejorar momentos del futuro. Sobrevivir entre sueños y amaneceres. Pero siempre envueltos en la fantasía de nuestra propia historia. Esa que seguro hará una mágica novela.
Y tú cuando sueñas, ¿qué sueñas?
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HABITACIONES DESCONOCIDAS AL AMANECER
El primer concepto del día debe ser algo similar a la primera frase de un post. Para mí generalmente es un debraye, o un debraye acompañado de un café. O un café acompañado de una fantasía. Para mí el primer concepto del día debe ser una iniciativa sensorial.
Entonces, mi imaginación echa a volar en ese primer momento del día. Antes de comprender el mundo actual, antes de querer enterarme de ese mundo actual. Primero nacen las fantasías. Dejo de ser yo por un momento para convertirme en un ser de aire y viajar un rato para reconocer a la mañana y sus protagonistas, me muevo entre orgasmos y sudor, entre gemidos y abrazos de ternura. Observo la pasión del mundo, despiadada cuando se trata de sensualidad. Vivo desde dentro el paréntesis de la vida cotidiana al amanecer, veo a mujeres que tocándose al lado de su hombre dormido, a hombres escondidos en el baño. Veo a mujeres húmedas buscando despertar a sus parejas para tener sexo. A hombres con acercando su erección recién despierta a sus parejas para hacerlas reaccionar.
Escucho, veo, huelo. Soy de aire y disfruto del gesto de cada orgasmo. De cada gemido. De cada mujer que grita a solas, de cada mujer que no grita para no despertar a quien duerme en el mismo cuarto. Disfruto de aquellos que amanecen en otra cama, de aquellos que se disfrutan y de aquellos que disfrutan de otros.
¡Hasta que llega el café!
El café me cambia de estado y me convierto en partículas líquidas de aroma. Y poco a poco voy tomando cuerpo, cara y nombre hasta que llega la tinta. Hasta que llega a mis manos algo de papel. En ese momento soy humano y me convierto en un viajero del planeta Tierra por un segundo.
Pero sigue siendo de noche. Sigo disfrutando del silencio del día, del silencio que está a punto de romper en colores. En rojos, azules y amarillos, en naranja, negro y blanco, en todos esos tonos de soles, de nubes, de lunas y de sueños que algunos llaman amanecer. El café en mano. Tal vez ya salí a correr, tal vez, no. Posiblemente ese día corrí mientras era aire. Lo importante es que llegaron las letras, el café y mi mañana.
Leo y pienso, mientras leo, viajo. Me entero mientras viajo, no mientras leo. Y siempre hay algo del día que me llama la atención. Hoy es el blog, los blogs como concepto. Y ayer fue un director de cine que no conozco.
Del tema de los blogs hablaré mañana, y del director de cine no sé nada, así que abro un foro esperando que alguien que lo conozca opine algo. Se llama Tomas Alfredson y es sueco. Este año presentó su película basada en la novela de John le Carré Tinker, tailor, soldier, spy; y ayer escribieron en el país una apología tremenda de dicha obra, y una no menos espectacular de su anterior filme Let the Right One In, al parecer de lo mejor que hay de vampiros. Me declaro ignorante pero lo buscaré.
¿Alguien sabe de él?
Me preparo para el tema de los blogs. Creo que encontré una teoría que me apasiona mucho más de lo que pensaba, y esa tiene que ver con la literatura electrónica, blogs y diseño.
AYER
CARRERA: No. Nadé 35 minutos
MEDITACIÓN: 20min (como nuevo)
YOGA: Ya encontré instructor. El lunes próximo empiezo
NOVELA: Me he apasionado mucho en la investigación del blog y la dejé. Tache.
CONSEJO: Cuando vueles por habitaciones de desconocidos deja a tus manos recorrer al mismo tiempo que tus sentidos. Si te conviertes en aire, no dejes a tus manos atrás.
IMAGEN: Lo que buscamos detrás de nuestros ojos