PAUSAS EN LAS SENSACIONES

De pronto parece que el tiempo de las letras termina. Escasea como la pasión a la luz de la rutina. El tiempo de las letras escapa repentinamente dispuesto a resucitar en algún momento, cuando las hojas de los árboles tengan otra tinta, cuando el recuerdo del sonido sea solo música.

Parece sin querer que la música termina. Pero no hemos llegado hasta el silencio. Las figuras serán colores y las personas planetas. Los sueños libertad y la inocencia llegará sin sacrificio.

¡Alto! Una dictatorial pausa detiene emoción y sensaciones. El tiempo de las letras. Un tiempo de las letras. Pasión, erotismo y crucigrama detenidos. Metamorfosis endiablada que me llena de locura. Algunas veces hace falta escapar. Salir corriendo sin detenerse hasta caer rendido o muerto. Hasta morir o revivir con otro aliento. Correr a mitad de la pausa. Que es lo mismo que detenerse cuando el mundo corre despiadadamente, cuando el vertiginoso ritmo del sexo y la cultura se distraen en un aire de ilusión.

De pronto el tiempo aparente de las letras hace un alto. Y descubro que en las letras no hay tiempo. Yo me fui. Los colores y las notas quedan tras de mí. Volveré siendo de tinta.

EN SECRETO (HUMEDAD)

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En el mismo lugar en el que quedan los latidos y la dulzura, el egoísmo y la memoria, veo tu nombre en una pared de humo. La sorpresa es demasiada y la ansiedad se vuelve luna. Al cruzar la nube se ve tu cuerpo. Tus ojos brillan. Tu pasión despierta. El egoísmo se vuelve erotismo y mi ansiedad deseo. Un velo de humo cubre tu brillo. El sudor acumulándose en tu pecho.  Caminas, de un lado a otro queriendo escapar, de mí. Hacia mí. Suena tu timbre y soy yo en la puerta. Pasada medianoche. Me besas, te beso. Buscamos un instante, al encontrarlo nos fundimos. Querías escapar de mí y llegué a tu casa cuando estabas tan desnuda. Te desvelo al penetrarte, te descubro en un orgasmo: amanece y ya no estoy. ¡Lárgate antes de que salga el sol!, te atreves a decirme. Me buscas con el sol y ya no existo. Tus manos aún buscan mi espalda. Tus aliento echa de menos a mi lengua. En el mismo lugar de los latidos el erotismo se vuelve egoísmo y tú no estás.

Sin embargo, cada noche un mismo gato callejero ronronea caminando lentamente por tu balcón. Admira tu cuerpo desnudo en secreto. Te inquieta y no sabes por qué. Tus manos terminan en tu sexo tantas noches. En aquellos ojos destellando con tus suspiros siempre volveré. Cada noche la sutileza de mi andar por tu balcón te volverá a hacer mía.

ANTES DE AMANECER

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Todavía no amanece. Y te respiro. La noche a la distancia fue tu aliada, la madrugada fue de ti. Sin demasiados detalles entendí la furia de tu saliva, la verdad de cada parte de tu cuerpo. Sin demasiados detalles te penetré y fui de ti, descendí por tu humedad hasta un amanecer a medianoche. Todavía no amanece y te respiro. Porque sentí la suavidad del universo al estar dentro de ti, al escuchar el sonido de tu aliento en mi cuello, al encontrar la coordinación perfecta entre los movimientos de tu cadera y tus gemidos. Te penetré tan despacio como desesperadamente. Fui de ti dentro de ti. Dijiste algo a mi alma. No entendí las palabras, pero entendí las sensaciones, las emociones, el resultado.

Dejé ir todo. Todo yo dentro de ti. Tu orgasmo dio la pauta y yo cerré los ojos e intenté hacer mi parte al volar. Te besé de nuevo. Tu saliva, tu boca: esa sonrisa que no alcancé a ver, tus labios. Tu presencia. Los ojos cerrados. La madrugada. El amanecer que no había llegado. Una eyaculación espiritual dentro de ti.

EL PRINCIPITO Y YO

20120517-174855.jpgHe pensado en cuánta gente me ha hablado de El principito como un libro lindo, o hermoso. Cuánta gente me ha dicho que es un libro precioso, del que siempre se aprende algo nuevo. Cosas así. Muchas veces. No sé qué decir. Es un libro que al menos he leído una vez al año durante los últimos diecisiete, el libro que más he regalado –incluyendo mis propias novelas–, es un libro que no conozco bien. Él me conoce bien a mí.
El principito es un libro amargo, que irradia soledad. Su luz proviene de un sentimiento profundo de desesperación y sacrificio, de una búsqueda incansable por una libertad inexistente. El principito aparece para morir, encanta para desaparecer, el principito conoce secretos y la filosofía de la vida. El principito existe, en el alma de las personas destrozadas, de una persona destrozada, de aquel que no soporta lo que es. De aquel que busca dentro de su propio ser una flor para cuidar. ¡Cuánta puta lágrima cabe en eso! ¡Cuánta! La sed, el hambre, lo ordinario. Todo aquello que nos rodea y aquello de lo que vivimos. El principito es la amargura de los que necesitan comer. Es el reflejo del suicidio de un suicida. El principito es la antesala de la muerte, en vida de quien la ha desperdiciado.
Son las fantasías de un niño que ya no es niño, de un adulto que nunca ha podido serlo, son las fantasías de la vida real, de una realidad alterna. Es el mundo que conocemos, solitario y dividido, excesivo y fascinante, apurado, inconsistente, deprimido. Un mundo con serpientes que matan y flores que mueren, con corderos y uno que otro baobab gigante. Con luz de faroles y cientos de millones de faroleros.
La realidad absurda es que estamos llenos de hombres que se apropian de las estrellas matándoles su brillo. Ridícula y estúpida. Esa realidad a la que pertenecemos cuando nos convertimos en personas mayores. Reyes sin reino, ebrios sin risa, locos de verdad, locos de normalidad, de ser personas. Hace mucho que dejé de hablar con zorros, con un carajo. ¡Por qué! Intento domesticar las cosas a las que quiero y termino contando las estrellas. ¿Es eso un libro lindo? Eso es una cabronada. Un ataque de realidad, cuando no hay realidades, un espejo de mi propia estupidez. No sé si eso es hermoso. Es desenmascarar con sangre fría nuestras almas. Pobre libro solitario, pobres de los solitarios que lo leemos, pobre de aquél aviador y de sus dibujos. Pobre del principito muerto y del planeta tierra podrido, pobres de las flores ordinarias, pobres de lo que no conocen un amanecer y de los que no pueden ver más de uno al día en su propio planeta, en su propio asteroide, en el séptimo planeta. ¡Claro que tenían que ser siete! Si no, ¿cuántos? Desde el primero y la luz. En los viajes angustiosos y solitarios.
Perdón, pero El principito me ha alumbrado con un farol y un zorro mi soledad, con una flor mis carencias, el principito movió el biombo que me tapaba. Removió a madrazos mi último gramo de pudor al volverme persona mayor. Mal escrito y bien pensado. Me ha acompañado durante años en mi vida. Llenando de belleza mis lágrimas, lo hermoso y lo malévolo al unísono. Me ha acompañado durante toda la vida: me ha convertido en principito, en náufrago aviador y en simple y triste persona mayor. Siempre, con la dulzura de su propia soledad.

DETRÁS DE NOSOTROS UN ÁRBOL

Detrás de nosotros un árbol. Nuestros cuerpos se buscaron. Sin pedir permiso, sin decir una sola palabra. Simplemente se encontraron. Atracción fantástica: mezcla de luz y de colores, de sensaciones y sonidos. Mezcla de aliento y de saliva. De locura y de nosotros. Detrás un árbol y nosotros volábamos. Su humedad era mía, mi cuerpo era suyo. Mi deseo fundido en palabras calladas, en silencio inocente. Laberinto incluido. Temblores, paciencia.

La penetré sin cuerpos, gemimos, gritamos. Un orgasmo. Sin cuerpos. Completo, pleno y perfecto. Dimos la bienvenida al sol. Dimos la bienvenida al aire. Hicimos el amor desesperadamente, nos hicimos falta, encontramos el balance perfecto de un instante y la eternidad. Nos besamos sin labios, nos devoramos sin saliva. Nos hicimos uno reinventando el sexo sin pudor. Sin cuerpos. Detrás de nosotros un árbol.

NANO-CELEBRIDADES

Ayer leí por primera vez la palabra micro-celebridad. Un término acuñado para aquellas personalidades que solo existen en medios digitales. Sin embargo, cada vez van tomando mayor fuerza. La democratización de los medios de comunicación en la era sociodigital ya es más que evidente. El surgimiento de nuevos líderes de opinión está consolidándose como un hecho. Nuevos escritores, nuevos músicos, nuevos periodistas nuevos antropólogos, nuevos pintores, nuevos actores, nuevos reporteros, nuevos filósofos, nuevos medios. Nuevos medios. Nuevos lectores, nuevo público. Todo al alcance de nuestras manos, incluyendo la ilusoria egolatría de muchos, el superfluo criterio de tantos que piensan que sus interacciones con celebridades (micro o no) los convierten en, digamos, nano-celebridades con criterios adquiridos (estúpidos o no) expuestos como propios y defendidos con un efímero idealismo heredado.

La democratización de medios de comunicación también significa la pulverización de las ideas, la creación de tribus, el nacimiento de ilusiones destinadas a la mediocridad. También. El éxito y la mediocridad van de la mano, porque la escala de grises va aumentando en extensión.

Quisiera entender todas las implicaciones sociales que puede tener el complejo de estrella en el mundo de sociodigital. Quisiera conocer el alcance que tiene en la esquizofrenia y la doble personalidad el llevar vidas paralelas, detrás de un avatar y entre seres de carne y hueso.

El perfeccionamiento de la pose, el ilusionismo que da la filosofía barata, y la cercanía artificial a criterios y opiniones. Hoy nos topamos con un mundo en pleno esplendor y en la puerta de entrada a una oscuridad tenebrosa. La gente puede tener mucho más conocimiento o solo pensar que lo tiene, las celebridades pueden decir lo que piensan de verdad y pueden caer en errores, las celebridades intelectuales están resurgiendo y con ellas rémoras digitales. ¿Conoces a alguna? ¿A alguien que se dice ser lo que no es, que detrás de un avatar se siente alguien que no es? ¿Twitstars? ¿Nano-celebridades?

No entiendo los conceptos que se van generando en esta era, pero intento ser parte de ella, de ellos, de todo. Intento encontrar un nicho para la literatura y para mi propia forma de ver el arte y la vida. Nada más. En este momento lo importante es el fin, no el medio. Forma y fondo.

Yo solo quiero seguir escribiendo. Y el que quiera que me lea, eso me hará feliz.

 

 

 

SIETE MINUTOS

El primer minuto te invento, dibujo tu cuerpo en mi mente. El primer minuto no existes. Te imagino desnuda.
Al siguiente minuto encuentro tu imagen. Perfecta. Decisiva. Buscando llegar hacia mí. Es el segundo momento y te encuentro. Sé tu nombre.
Al tercer minuto busco tus labios, te beso a escondidas, a la distancia. En medio del delirio te beso.
Al cuarto minuto mis labios buscan tus pezones. No hay distancia, no hay espacio. Somos uno. Cuerpos fundidos. Sudor que inicia. Al cuarto minuto comienza la humedad.
El quinto minuto da pie a tu nombre y mis jadeos. Tus gemidos. En cinco minutos somos uno, perdemos entre lunas y aliento el pudor. Encontramos nuestra furia.
El sexto minuto te penetro. Me hundes en ti, tus manos se aferran a mis hombros. El sexto minuto es del placer.
Y en el séptimo minuto eres sonrisa, eres luna naciente y digo «Hola» al verte entrar por mi puerta.

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UNA CIUDAD A MEDIA TARDE

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Una ciudad a media tarde. Revolcándose por aquello que ve y por aquello que siente, una ciudad que sabe todo, que se burla de aquellos que la intentan seducir con idioteces. Una ciudad que no cree en política, ni en fantasmas, una ciudad que entiende de laberintos y de muerte. Entiende de mentiras y de escándalos. Una ciudad que hierve y grita, que suda y ruega. Que nos habita, y que nos sonríe condescendientemente. Hipnotizada, ensimismada, liberada. Una ciudad de rodillas esperando algún amanecer que finalmente la bese.

Nuestra ciudad y nuestra mente. Somos seres inmersos en destinos y horizontes, en planetas y en hechizos. Nos revolcamos de dolor sin ir al cielo. Nos buscamos el infierno en las preguntas. Somos de ciudad y de destino. De horizonte mal venido y paraísos infiltrados. Nuestra ciudad llena de infiernos y aspirantes. De soledad y de guaridas. Ciudad de sexo, vida y sangre. De colores. Aromas. Melodías.

Una ciudad a media tarde que nos mira.

MIS MANOS

Me doy cuenta de que solo escribo cuando no me preocupo de qué escribo. Me doy cuenta de que escribo cuando dejo a mis manos teclear, sin compromiso, sin otra ilusión que aquella de ir creando. Los ojos y las manos. Nada más. De pronto incluso pienso que ni siquiera hay otro sentimiento que el de mis propios dedos al ponerse a dibujar palabras. Alguien me lo entenderá algún día, el día en que las manos comiencen su propia revolución.

Yo no escribo. Escriben ellas. Es por eso que sale la piel en medio de los gritos, de las voces. Ellas saben más de piel, de roce, de tacto, entienden mejor el sudor y la saliva, entienden de fuego y de lenguas. Ellas, mejor que nadie, entienden de humedad. Viajan, por caminos de tinta y sueños. Por fantasías, viajan. Crean fantasías. Reviven y matan. Saben todo de la seducción y del delirio, del desvelo y del instinto. Ellas tocan.

Exploran cuerpos. Delinean figuras humanas, las dibujan. Evaporan la conciencia cuando habitan en el calor de una espalda desnuda. Tocan, son víctimas de orgasmos. Son productoras de orgasmos. Son dueñas de mil orgasmos, de palabras que llevan al orgasmo, de caricias que llevan al orgasmo. Son ellas. Solo ellas. Quienes pueden escribir. Quienes acarician una mejilla para ver nacer sonrisas.

Me doy cuenta que nunca aprendí a escribir, que el control de mis letras lo cedí hace años, muchos años, a mis manos. Ellas ganarán batallas.

Mis ojos son quienes crean poesía. Mis manos pasión.

ARDIENTE PERVERSIÓN

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Escribir deliciosamente enmascarado. La pureza de un infierno que lo consume todo, que deja nada. Absolutamente nada. Querías ardiente perversión al desvestirte, ¡aquí me tienes! Listo para poseerte, para desnudarte con los dientes. Aquí me tienes sin reservas. Con el alma cubierta del lodo de tu cuerpo. Dispuesto a alucinar tus fantasías, a fumar tus maldiciones. Escribir en tu espalda desnuda con mi lengua. Recorrerte sin remedio. Descubrirte y penetrarte. Desvelarme ante tus gritos. Al calor de aquella ausencia. Me querías lejos, tan lejos como dentro de tu cama, me querías lejos. Encima de ti pero lejos. Instalado con saliva en tus pezones. Lejos sin remedio. Dentro de ti, viviendo en tu orgasmo. En tu aliento. Querías infierno y egoísmo. Sexo y laberintos. Un amante desalmado a la distancia, tan sutil como el silencio. Tan perverso como tus propias manos al tocarte. Querías sueños hechos realidad entre tus piernas. Aquí me tienes. Disfrazado de enemigo.