UNA CIUDAD A MEDIA TARDE

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Una ciudad a media tarde. Revolcándose por aquello que ve y por aquello que siente, una ciudad que sabe todo, que se burla de aquellos que la intentan seducir con idioteces. Una ciudad que no cree en política, ni en fantasmas, una ciudad que entiende de laberintos y de muerte. Entiende de mentiras y de escándalos. Una ciudad que hierve y grita, que suda y ruega. Que nos habita, y que nos sonríe condescendientemente. Hipnotizada, ensimismada, liberada. Una ciudad de rodillas esperando algún amanecer que finalmente la bese.

Nuestra ciudad y nuestra mente. Somos seres inmersos en destinos y horizontes, en planetas y en hechizos. Nos revolcamos de dolor sin ir al cielo. Nos buscamos el infierno en las preguntas. Somos de ciudad y de destino. De horizonte mal venido y paraísos infiltrados. Nuestra ciudad llena de infiernos y aspirantes. De soledad y de guaridas. Ciudad de sexo, vida y sangre. De colores. Aromas. Melodías.

Una ciudad a media tarde que nos mira.

LA HERMOSA BEL

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El centro de la ciudad era su casa, su campo, su elemento. Burlaba los coches con incomparable astucia y conocía cada rincón, cada basurero. Rinat era un gato ágil y esbelto, un macho delicado y hábil. Avanzó por la Tercera Avenida hasta llegar a la calle 43, subió dando brincos y trepando por balcones y escalinatas hasta llegar al piso 4, en el que se encontraba Bel, la gata más hermosa del barrio, la gata más hermosa, más blanca y más sensual de todas, de toda la ciudad, de todo el mundo, Bel era una gata en un millón. Y Rinat lo sabía. Él era quien lo sabía. La deseaba mientras paseaba por las calles, la llevaba deseando días, la deseó mientras subía por la pared para llegar hasta su apartamento.
Al entrar por la ventana, Bel lo recibió con un arañazo en la cara, Rinat llevó sus manos a la cara. Sabía que lo merecía.
-Yo no soy ese tipo de gata, ¿lo entiendes? –Bel gritaba- ¡A mí me tratas como la princesa que soy! ¡Hijo de puta! ¡Lárgate de mi vista!
Rinat intentó abrazarla, consolarla, pero Bel seguía golpeándola. Rinat preguntaba, por qué, ¿qué había hecho para merecer ese recibimiento? Pero Bel dio media vuelta y se perdió por una puerta que Rinat no conocía. El gato sabía que llevaba días sin aparecerse por ahí, sin dar señal alguna de vida. Pero la vida de los gatos de la calle requería de esa libertad para lograr la supervivencia, todos debían saberlo. Todas las gatas hermosas debían saberlo. Una paloma se acercó a la ventana:
-¡Pst! Rinat…
-¿Qué?
-Otro gato vino a ver a Bel anoche, sólo para que lo sepas.
-¿Otro gato? ¿Quién? ¡Dime! ¡Lo voy a buscar hasta matarlo!
-No creo que puedas… ¡je! Es un siamés, enorme, bellísimo. Mucho más fuerte que tú, con garras más filosas.
-¿Por qué no te vas de aquí? ¡Chismosa! No te creo nada. Siempre haces lo mismo.
Pero se acercó otra paloma, y dijo lo mismo. Otra. Rinat sabía que las palomas callejeras podían ser peligrosas cuando se juntaban de noche, prefirió dejar de retarlas. Intentó seguir a Bel, pero la puerta estaba ya cerrada. Las palomas intentaban decir algo desde la ventana pero Rinat intentaba no escuchar, las veía fumar. Como siempre, uno tras otro encendían los porros, dejaban todo el callejón apestando a marihuana. Rinat buscó la forma de abrir la puerta de una u otra forma, pero no lo conseguía. De pronto se abrió y salió Bel ignorándolo, caminando con soberbia y dirigiéndose a la ventana. Ofreció un café a las cuatro palomas que se encontraban ahí y ellas le dieron de fumar. Rinat intentó interponerse para impedirlo, pero ahora eran las cinco que lo ignoraban. De un salto salió de la ventana y cayó en el barandal del piso 2. De ahí bajó hasta la calle y salió corriendo. Buscaría a su clan, a todo su equipo para matar al siamés.
A las once en punto de la noche ya eran tres gatos en el piso cinco del edificio que daba frente a la ventana de Bela. Observaban todo sin ser observados, listos para atacar a la llegada de cualquier extraño. Rinat recordaba que no había podido verla por estar en los bares, consiguiendo sobras de tragos y de comida, jugando apuestas para ganarle un regalo bello a su mujer. Recordaba aquellas noches, los besos y las caricias, recordaba la lengua de su amada recorriéndole las patas, la espalda, aquellos abrazos y aquella calidez, aquella sensación de bienestar y de presencia, sus ronroneos cuando se besaban, sus garras tiernamente arañándose. Dio un brinco y llegó de nuevo hasta su ventana. Ella lo recibió cortésmente pero le suplicó que se marchara lo antes posible, que nunca más se acercara a ella. Que lo odiaba. Por favor, que se largara. Miró por la ventana, eran ahora las palomas quienes charlaban con sus compinches, no entendía nada. De pronto, sintió unas garras por su espalda. No era Bel. El siamés lo atacaba. Bel se acercó a él. Rinat sabía que lo ayudaría.
Mientras sus amigos espantaban a las palomas para llegar a él, sintió las uñas de su amada clavándose en el corazón. Cuando llegaron a salvarlo, ya había muerto.
El siamés y las palomas eran sólo un plan. A Bel, nadie la dejaba con ganas.
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EL SEXO VENDE (PARTE 2)

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Ayer escribí acerca del papel del sexo y del erotismo en la seducción, y del papel de la seducción en todo aquello que se vende. Ahora quiero adentrarme más a un punto específico de este análisis como lo prometí a @valevillag.

El sexo no es parte de la seducción. El erotismo no es parte del sexo. La frase “el sexo vende” no significa (al menos en mi post), que los cuerpos desnudos y las insinuaciones pornográficas sean una herramienta de ventas. Ni hablo de cómo utilizar dicha herramienta en el mundo de las ventas. Al contario, lo que busco plantear es la razón detrás de dicha premisa: el sexo vende porque abre una puerta al deseo, y una vez que dicha puerta está abierta, somos vulnerables a acceder, no al sexo, a lo que está después de la puerta que abrimos con el sexo.

Por ejemplo, la poesía sensual cala. Llega muy profundo. Dispara sensaciones. Y muchas veces lo que busca esa poesía sensual es mandar el mensaje discreto entre el párrafo que habla de los orgasmos y el párrafo que habla del sudor. O, el anuncio escondido en el deseo: para esto no es necesario el cuerpo de una mujer desnuda, o de un hombre, sino la sutil sugerencia del propio objeto de deseo del receptor.

El sexo vende porque es lo que busca el ser humano. El sexo vende porque quien compra espera recibir a cambio placer, satisfacción. El sexo es la metáfora. Y entre más accesible más difícil se vuelve el arte de vender erotismo.

La poesía, por años, ha sido un arte difícil de difundir. La poesía es sensible a cierta luz que la revela, es sensible a los sonidos, al olvido. La poesía es sensible a las malas copias y a la charlatanería. Y el sexo, como herramienta de ventas, la ha hecho prostituirse. El sexo vende, muchas veces, porque prostituye a las letras.

Hoy creo que el sexo es más accesible que nunca, el erotismo barato y la pornografía han alcanzado cúspides inimaginables. La publicidad basada en sexo se ha convertido en una constante. El principio es el mismo, el sexo vende porque ofrece a la venta el objeto del deseo. Sin embargo, la sensualidad real no vende sexo. Vende pasión, y el sexo es solo un instrumento.

Pasión, locura, sensaciones. Deseo. Deseo. Deseo. De eso se trata el sexo y de eso se trata la venta.

¿Quieres un buen secreto para promocionar algo y venderlo? Provoca deseo.

¿POR QUÉ VENDE EL SEXO?

Nuestra mente va mucho más allá de lo que nosotros mismos imaginamos. Pensamos más rápido de lo que pensamos, analizamos mucho más precisa y rápidamente de lo que creemos. Nuestra mente nos lleva una considerable ventaja. Justo ahí es donde entra la seducción, en la parte inconsciente de nuestras propias decisiones. En ese mecanismo de nosotros mismos que justifica, ese mecanismo que nos convence a dar un paso.

El sexo no solo vende sexo. El sexo abre las puertas al deseo, al más íntimo instinto de nuestra sangre. El sexo vende porque convence, porque deja a un lado a los razonamientos y justifica al objeto del placer. La sutileza del sexo vende. La expresión del sexo vende. Con una condición siempre, que sea la cantidad precisa en el momento preciso para convertirse en un objetivo de deseo y no sea sobrepasado por el mismo. Esa fórmula alquímica es el arte de la seducción. Es justo lo que vende del sexo. Deseo instintivo: confundir el olor del placer, sentir una sensualidad en la piel que no reconocemos. Estética pura. Libre. Una suave descarga eléctrica disfrazada.

Es un enredado camino de ilusiones que se tienen que balancear. No todo lo que vende lleva sexo entre líneas. Pero es mentira que el sexo solo venda sexo. El sexo vende imágenes, deseo. Pasión escondida en un viaje, en un producto, en automóvil. Pasión pura dentro del arte. El sexo vende porque oculta dentro de sí mismo cada uno de nuestros objetos de placer: desde el anhelo por un cuerpo desnudo hasta la esperanza de vivir en un mundo mejor.

La sensualidad es la llave a nuestro deseo. Y nuestro deseo más profundo es la meta de la seducción.

Cada vez que escribo algún texto erótico es con esto en mente. Es con un mensaje entre líneas, con un secreto que quiero transmitir. El erotismo es mi herramienta para plasmar ideas. Pero plasmarlas tan profundamente que alcancen a robar gemidos. La seducción es encontrar la combinación perfecta de llaves para entrar al deseo: el sexo, sin duda es una de estas llaves.

 

Pronto saldrá mi nuevo proyecto. El más grande que haya lanzado hasta hoy. Tiene mucho de poesía, tiene mucho de sexo. Erotismo y seducción. Está lleno de ideas y pensamientos.

¿Te interesa saber más de él?

LA CARTA

Las cartas son siempre portadoras de tremenda intimidad. Guardan secretos y misterios: generalmente no pretenden ser autoexplicativas, el remitente debe suponer que el destinatario sabe de qué habla, no algún entrometido que la intercepte en el camino.
Me topé con esta carta. Y siendo yo el entrometido, no me termina de quedar claro quién puede ser ella…

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VIERNES SEXUAL E IRREVERENTE

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Hoy no amanecí en serio. Desperté riéndome de mí mismo. Disfrutando de lo que pocas veces se disfruta. Del “noséqué”. Si buscas un post serio, este no es el día indicado. Amanecí divertido de cabeza. Extraordinaria forma de ver la poesía. De colores. Sacando a pasear un poco la locura. Recordando que las letras son para vivir, para soñar a veces. Para sentir, siempre. Las letras son nuestras. Y no siempre son solemnes. Hoy, aquí, no.

El viernes es más relajado que otros días. ¡Porque es viernes! Porque se acaba la semana como se conoce para la mayoría de la gente. Sin embargo, el viernes por la mañana, todavía guarda un poco de ansiedad, lo que resta al día para terminar. Las horas finales antes del alcohol, o de una fiesta, reunión; Familia. Casa. Amigos. Placer. Hijos. Viajes. Excursiones. Exploraciones. Dormir. Correr. Despertar. Beber. Drogarse. Crudear. Pasear al perro. Caminar en el bosque. Amanecer en otra cama. Subirse a la bici. Desayunar donde te gusta.

Pero todavía no llega ese momento. Todavía no es de noche. Sobran horas de viernes. Horas hábiles, como se conocen en algunas partes.

¿Qué se hace en esos casos?

– Mantén la calma. No desesperes.

– Busca alguien con quien puedas planear lo que harás terminando el día laboral.

– Busca a alguien con quien nunca hayas tenido sexo para ir a un Motel a la hora de la comida.

– Pide un tequila y dos cervezas a la hora de la comida.

– Lee un libro en la computadora para que nadie note que lo estás haciendo.

– Lee blogs.

– Lee comics.

– Lee las partes divertidas de los periódicos (si todavía quedan de esas).

– Busca buenas fotos de gente cachonda entre tus amigos de Facebook.

– Búrlate en Twitter de los candidatos presidenciales.

– Ponte a trabajar como para olvidar que tiene que terminar el día.

– Lee Humedad de J. Cohen y dile a alguien que la lea (a veces sirve, ¿eh?)

Ahora bien, me queda muy claro que muchas de las personas que leen aquí son personas serias a quienes desborda la cantidad de trabajo y nunca pierden el tiempo. Personas importantes con vidas cuadradas. Está bien, la mayoría de los puntos anteriores no aplican para ustedes. Lo siento. La gente importante hace cosas importantes. Pero eso sí, ¡todos pensamos en sexo! Así que en vez de un tequila y dos cervezas, pide una copa de buen vino, luego otra, y luego otra. Deja a tu mente volar un poco. Imagina aquello que te da placer y búscalo.

Lee un poco. Sueña un poco. Haz trabajar a tu fantasía un poco. O mucho.

¡Y síguela!

Inténtalo, la cachondería es una buena puerta de entrada.

Hoy es viernes de HUMEDAD. Si no has leído la de la semana pasada, sugiero que lo hagas, y que sutilmente la recomiendes a esa persona con la que sueñas. Quién sabe, tal vez despierte algo.

La sensualidad nos da la llave para abrir muchas puertas, usémosla. Y qué mejor que el viernes que de por sí andamos relajados.

¿Nos compartes tus ideas?

EROTISMO SOCIODIGITAL

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La evolución del erotismo. La aceleración del morbo y de los paisajes escondidos de la sensualidad. La desinhibición del erotismo, del autoerotismo.

El desvelo de la desnudez.

Y después. El Twitter, el Facebook, el internet móvil, las cámaras en los celulares. Los días y las noches, las madrugadas, los secretos. La calentura y la distancia. Lo prohibido, lo riesgoso. Las pasiones.

La desvirtuada desnudez.

El discurso es el siguiente: pornografía y escena underground aparte, mantengamos este párrafo en mainstream: hace ochenta años, la desnudez era prohibida, escondida, estigmatizada y censurada. Es decir, deseada, erótica, excitante. Un simple asomo de piel femenina resultaba en un deseo arrebatado por parte de los caballeros, posiciones sugerentes, gestos atrevidos, cualquier demostración de sex appeal, resultaba insinuante. Pero años después, en los famosos sesenta, esto cambia, la desnudez se populariza, los trajes de baño se convierten en algo común, las películas muestran cuerpos, el mainstream recibe con asombrosa popularidad a la desnudez femenina en revistas y películas. Todavía con cierto estigma. Pero poco a poco, esta desnudez se cotiza menos, se vuelve más común, menos deseada, despierta menos morbo, la industria pornográfica crece, los cuerpos de portada y de pantalla se convierten en obras de arte de cirujanos plásticos. Se perfecciona una estética sintética de los cuerpos. Gimnasios, silicón, excesos. Voluptuosidad.

La desnudez deja de ser el objeto del deseo. Necesitamos encontrar el morbo de otras fuentes. Bienvenido el siglo XXI y la era del internet.

El siglo XXI avanza hasta llegar a las redes sociales.

Y con el sexo en las redes sociales nace una nueva era, el sexo virtual, desvirtuado, electrónico, el sexo digital. Seguro. Cómodo, capaz de acortar las distancias. Placentero, acumulable. Y lleno de morbo, del morbo de un nuevo tipo de sensualidad de la que nos habíamos olvidado por décadas: el erotismo, el morbo del cuerpo no perfecto, en la situación y posición no perfecto, el erotismo del cuerpo promedio, en una situación dada, pero natural, no inventada. Desconocidos con o sin cara gimiendo ante el video de un teléfono. Desconocidos o conocidos con una doble vida que tiene menos riesgos que los moteles, pero que muchas veces termina en ellos. El poder de la palabra y de la imagen, de la seducción de medio tiempo, el poder de inventarse a sí mismo y ser un personaje superior. Sin defectos. Sin vida propia.

Todo aparenta ser perfecto. Pero el cuerpo necesita cuerpo, la piel necesita piel. Seguimos buscando sudor, saliva, contacto, aliento, seguimos buscando con la lengua algún secreto de la humedad, pasa el tiempo y seguimos siendo humanos, lascivos, lúdicos, imperfectos. Listos para perderlo todo por culpa del fuego y la pasión. Por culpa de la carne.

¿Y dónde quedamos? ¿Cuáles son ahora las reglas del recato y la fidelidad? ¿Cuáles son las reglas del chantaje? ¿De qué depende la paz mental? ¿Dónde quedamos mientras agradecemos a los Steves Jobs de los cielos por sus cámaras portátiles y sus secretos para hacer travesuras? Surgen las preguntas, y el tentador encanto del internet se asoma por un monitor de alta definición. Hoy sí, es un hecho que la gente que compra Playboy lo hace por los artículos.

Para ver cuerpos desnudos mejor investigamos bien dónde encontrar las fotos de Scarlett Johansson, buscamos cachonderías en las redes sociales o simplemente abrimos la página gratis de pornografía de nuestra preferencia.

El morbo, la desnudez, el tacto y la locura del sexo cada vez van tomando un nuevo significado, tal vez como tener una cita de trabajo por Skype o tomar un café por FaceTime.

La era sociodigital está llena de secretos. Si esto es para bien o para mal depende absolutamente del enfoque.

¿Qué piensas? ¿Votarías a favor o en contra del sexo digital?